El secreto sumarial
MIQUEL ROCA I JUNYENTSegún el autor, la transparencia. informativa, la publicidad que acompaña a todo tipo de actuaciones, es una gran victoria de la democracia moderna, pero será su gran fracaso si no se preserva la garantía del secreto sumarial cuando se haya acordado.
¿Existe en España el secreto del, sumario? Sería una. temeridad contestar rotundamente que no, Más prudentemente podría decirse que en todos aquellos casos en los que los hechos investigados pueden tener, trascendencia social, la experiencia demuestra que el secreto no existe. Es decir, el secreto no descansa en la garantía de la actuación judicial, sino en el mayor o menor interés social sobre los hechos enjuiciados o sobre sus posibles autores.Esto es así, y es obvio que esta práctica no favorece ni la credibilidad ni la eficacia de nuestro sistema judicial. Conviene recordar que las razones últimas del secreto en determinadas actuaciones judiciales son fundamentalmente dos. En primer término, evitar que del conocimiento de estas actuaciones pudiera derivarse algún entorpecimiento en el desarrollo de la acción investigadora. Desde esta perspectiva, el secreto es- una garantía a favor de la eficacia judicial. Pero, en segundo lugar, el secreto es también una garantía para los ciudadanos, a fin de evitar que de la simple investigación pueda derivarse una presunción de responsabilidad que el juez no se encuentra aún ni en condiciones ni con la voluntad de atribuir.
Hoy, la práctica demuestra que ambas razones son escasamente respetadas. En muchos supuestos, las diligencias interesadas por los instructores son anunciadas públicamente aun antes de practicarse y muy a menudo el resultado de, diligencias policiales se publica en los medios incluso antes de que el juez conozca de su contenido. Se ha llegado al absurdo de que las oficinas de prensa (!) de brigadas de, investigación judicial anuncien lo que se hará mañana para que los medios de comunicación puedan acompañarles en la práctica de determinadas diligencias.
Desde la perspectiva de los ciudadanos, a veces son ellos los últimos en enterarse de resoluciones que les, incumben o se desayunan con la noticia de lo que al día siguiente les será notificado. Ciertamente, no era ésta la voluntad del legislador ni es por esta vía que el sistema judicial ganará en prestigio y solvencia. La transparencia informativa, la publicidad que acompaña a todo tipo de actuaciones, es una gran victoria de la democracia moderna. Pero será su gran fracaso si con ello no se sabe preservar la garantía del secreto sumarial cuándo así se hubiera acordado.
Vienen a cuento estas reflexiones a raíz de los escandalosos hechos que se han producido en Sevilla [corrupción de menores en el pub Arny] y que han causado profunda alarma social. Pero ¿dónde ha quedado el secreto de sumario? En nada, hasta el punto de que se espera con alivio que se decida levantarlo para frenar así una rumorología que puede haber causado daños irreparables en la reputación de algunas personas. Rumorología que tiene mucho que ver con un secreto mal guardado y con responsables judiciales alimentando, la morbosidad social al anunciar que cuando se sepa quién está en la causa, "¡la que se va a armar!".Sería el momento de formularse algunas preguntas: ¿Se han abierto de oficio diligencias para averiguar quién pueda haber dado a conocer datos de las actuaciones judiciales en curso? ¿Se conoce de, algún expediente administrativo por razón de declaraciones excesivas y abusivas por parte de quien debería respetar el secreto de dichas actuaciones? No.
Por otra parte, si del secreto del sumario pasáramos a contemplar la reserva de las actuaciones judiciales, en su conjunto, la conclusión sería mas angustiante. Los medios nos anuncian el contenido de la sentencia que se dictará mañana; sabemos con todo detalle de las posiciones de los magistrados. Y esto pasa sin que nadie -al menos, aparentemente intente averiguar cómo ello es -posible y de quién sea la responsabilidad.
De seguir así, mejor sería levantar para siempre el secreto del sumario; hacer públicas todas las diligencias, incluso aquéllas que con carácter previo se efectúan desde las fiscalías. Me jor sería hacer públicos los deba tes que acompañan la elaboración de las sentencias o resoluciones judiciales. Mejor sería ... cualquier cosa, antes que la Justicia no respete ni defienda la le galidad de sus propias actuaciones.
Éstas son reflexiones que muchos se hacen y, entre éstos, muchos magistrados, jueces y fiscales. Pero todo queda en reflexión o, a lo sumo, en una crítica. contra,el amarillismo informativo que ciertamente, también tiene buena parte de culpa en todo ello. Pero ni sería bueno intentar solventar la cuestión matando al mensajero ni olvidar que el fenómeno del amarillismo tiene mucho que ver con la manera en que desde la Justicia se han resuelto algunos casos. concretos de este mismo fenómeno.Pero, en todo caso, corresponde ahora reaccionar. La sociedad reclama de una mayor seguridad y ésta no es únicamente un problema de orden público. Hoy, para una sociedad europea y moderna, la seguridad jurídica, la eficacia de las garantías constitucionales, el respeto de la legalidad, son exigencias tanto o más decisivas que el propio orden público. La Justicia, en su función investigadora, cuenta con unos poderes excepcionales, pero la sociedad quiere que se haga buen uso de ellos. Si en Sevilla se juega el castigo de una degradación moral que insulta los valores de la convivencia ética, también. se juega el que nadie pueda verse hundido en su fama o en su dignidad por la insolvente rumorología tolerada y alentada desde el olvido de las exigencias del secreto sumarial.Que la Justicia se haga para todos, incluso para los más comprometidos en su defensa.
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