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El Rayo cae por un cambio

Los vallecanos se frenan ante el Oviedo al entrar Andrijasevic

Al Rayo le mató un cambio. Remontaba la ventaja inicial del Oviedo, gobernaba el partido con autoridad y llenaba el corral de Mora de ocasiones, cuando Marcos, al intentar rematar la obra, sepultó a su equipo. Retiró del césped (por llamar de alguna manera al escenario sobre el que se desarrolló el partido) a Cortijo, un elemento) puramente destructivo colocado como medio centro, y dio entrada a Andrijasevic, un futbolista de corte más técnico. El Rayo, pese a lo que prometía la medida, se fue del partido. La entrada del croata descolocó al equipo y le cerró todas sus conexiones de ataque. Siete minutos después, el cuadro de casa regaló el 1-2 ya no fue capaz de levantarse.Antes, el Rayo se marcó una buena hora de fútbol. Recibió un golpe por sorpresa en un saque de esquina, pero supo sobreponerse. Trazó cuatro o cinco combinaciones preciosas en los metros de la verdad, fabricó media docena de ocasiones fabulosas y acabó por convertir a Mora, espléndido, en uno de los protagonistas de la, contienda. Alcanzado el empate, se encaminó decididamente a por una victoria que nunca le llegó. La salida de Andrijasevic hizo de freno.

El Oviedo aguantó como pudo los mejores minutos del, Rayo. Brzic, mientras, hurgó, una y otra vez en la composición de su equipo, removió sus, piezas: Berto jugó inicialmente de medio izquierda y al filo del descanso bajó al lateral derecho; Pedro Alberto nació de dos y terminó de central, Manel apareció como lateral zurdo y acabó de volante por esa misma banda, Jerkan jugó de libre, de central y otra vez de libre, Onopko actuó media hora como medio centro y diez minutos como último defensa... Una reforma posicional tras otra. El Oviedo se estiró con peligro al contragolpe, conducido siempre por Dubovsky, pero vivió sometido la mayoría del tiempo.

Su principal atractivo, Onopko, no dijo grandes cosas. Perdido geográficamente, el ruso dibujó un fútbol de reducido recorrido y ningún riesgo. Se mostró como un ingeniero del pase atrás, simplemente. En ataque sólo dejó un cabezazo a la red, que Fernández Marín anuló por fuera de juego. No recuperó tampoco en exceso la pelota, una de sus mejores prestaciones. A los 41 minutos, lesionado, abandonó Vallecas.

Cuando se retiró Onopko, el Oviedo ganaba, pero el Rayo llevaba un buen rato pidiendo a gritos el empate: dos remates venenosos de Aquino (m. 8 y m. 27), un cabezazo picado de Guilherme (m. 20), un disparo al larguero de De Quintana (m. 30), una llegada de Onésimo (m. 13)... Alcanzado el 1-1, Onésimo (m. 57), en la mejor ocasión de toda la noche, dio por concluido el recital. Luego apareció Andrijasevic y el Rayo, misteriosamente, se fue muriendo.

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