Ninguna palabra se dice en vano
El pasado jueves, el portavoz de la asociación de familiares de presos de ETA, Senideak, proclamó enfáticamente en una conferencia de prensa que la política de dispersión carcelaria tocaba a su fin. "Se acabó el vulnerar los derechos de nuestros presos, se acabó el utilizarlos como moneda de cambio, se acabó...". Esta misma expresión, "se acabó", encabezó todos y cada uno de los párrafos de una intervención que mas que un contenido argumental tuvo el inequívoco aire de la proclama.
El portavoz de Senideak habló, aparentemente, desde la autoridad de quien dispone del poder de dar por zanjada una situación, de predecir el futuro inmediato. Y sus palabras pudieron parecer absurdas, habida cuenta de que quien las pronunciaba no era la autoridad gubernativa, sino un familiar de los terroristas presos.
Vistas así las cosas, y puesto que faltaba el sustento táctico sobre el que articular la admonición, hubo quien creyó que el portavoz de Senideak se había dejado arrastrar por la retórica. El secuestro del funcionario de prisiones parece ser, sin embargo, la prueba de que este hombre no hablaba en vano.
El mundo de ETA-HB ha maniobrado en este terreno, ofreciendo una reivindicación posible, susceptible de ser apoyada, siquiera en parte, por la mayoría de las fuerzas políticas vascas y de los movimientos sociales. Al contrario que en otros años, la reivindicación prioritaria en estas últimas navidades no ha sido la de reclamar la amnistía, sino la de exigir el reagrupamiento de los presos de ETA en las cárceles vascas.
Han evitado deliberadamente el testimonialismo y el maximalismo para jugar a fondo su baza en medio de la división y del desconcierto de las fuerzas políticas vascas. La posibilidad de modificar la actual dispersión carcelaria ha estado presente en los frustrados contratos negociadores últimos, y ha sido esgrimida como un necesario factor de distensión.
El PNV ha calificado incluso la dispersión como un atentado a los derechos humanos y el movimiento para la mediación Elkarri ha dicho que esta es la causa de la actual violencia callejera, mientras desde el Ministerio de Justicia e Interior se ha repetido que la dispersión sigue siendo necesaria y se ha subrayado que técnicamente, re sulta imposible agrupar a todos los presos de ETA en las cárceles vascas.
Hace ya tiempo que los responsables de instituciones penitenciarias aludieron a la posibilidad de suavizar situaciones de alejamiento que resultan penosas para los familiares de los reclusos, pero nada parece haberse hecho en este terreno. Lo que resulta evidente es que la campaña por el reagrupamiento, con sus movilizaciones, sus encierros, forman parte del mismo guión al que pertenece también el secuestro del funcionario de prisiones.
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