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El techo de Dole

El sorprendente ascenso de Steve Forbes revela la vulnerabilidad del principal candidato republicano

Antonio Caño

Ridiculizado hasta hace menos de un mes como un millonario caprichoso que no encontraba mejor causa en la que gastar su fortuna, Steve Forbes, el heredero de un imperio editorial el dueño de la famosa revista económica que lleva su nombre, ha emergido de repente como un sólido aspirante a candidato presidencial, el principal rival, de hecho, de Bob Dole para la denominación por parte del Partido Republicano. Esto, por muy original y amplia que esté siendo la campaña de Forbes, no habla tanto de sus propios méritos como de las enormes limitaciones del senador Dole para construir una imagen de ganador.Malcolm Stevenson Forbes, hijo, se ha situado a menos de 10 puntos de Dole con vistas al caucus de Iowa, que será, el mes próximo, la primera etapa del proceso de elecciones primarias, y ha adelantado ya al líder republicano del Senado en las encuestas realizadas en dos Estados del país, Arizona y Delaware, donde se celebran elecciones primarias en febrero, inmediatamente después de New Hampshire. En este último Estado, que suele marcar la pauta del comportamiento electoral, Forbes es un firme segundo, con un 17% de la intención de voto.

Con más de doce millones de dólares (unos 1.500 millones de pesetas) gastados en publicidad en televisión y una promesa de reducir drásticamente los impuestos, Steve Forbes, de 48 años, ha conseguido presentarse, al estilo de Ross Perot en 1992, como el empresario de éxito que trae soluciones nuevas para acabar con ]os políticos de siempre.

Eso ha sido suficiente para resucitar las dudas sobre el veterano Bob Dole, de 72 años, a quien muchos republicanos consideran demasiado moderado, demasiado apartado de la revolución conservadora y demasiado propenso a entenderse con la Casa Blanca y con los demócratas en Washington. Frente a la inexperiencia de Forbes, que nunca ha ocupado un cargo público ni ha competido en elecciones, la larga experiencia de Dole aparece como una prueba de que, el senador es un hombre de otro tiempo. Dole ya fue derrotado anteriormente en dos campañas por la denominación republicana.

"El fenómeno Forbes es, en realidad, el fenómeno Dole. Es la mejor prueba de que los republicanos no están muy felices de tener que aceptar que Dole es su candidato a la presidencia", afirma Steve Wayne, profesor de Política en la Universidad de Georgetown.

Bob Dole sigue situado más de diez puntos por detrás de Bill Clinton en la mayoría de las encuestas, pese al desgaste de popularidad que el presidente ha tenido en los últimos días como consecuencia de la crisis presupuestaria y el rebrote del escándalo del Whitewater. Lo que más ha llamado la atención de los analistas es que Clinton haya perdido casi diez puntos de popularidad sin que Dole haya recuperado nada.

Incluso un encuestador del Partido Republicano, Frank Lutz, que predijo la arrolladora victoria de su partido en las legislativas de 1994, ha pronosticado el triunfo de Bill Clinton. "Es triste y frustrante para mí decir que Clinton ha establecido una amplia ventaja", manifestó.

En la última semana, Bob Dole no ha podido acortar esa ventaja, sino que ha tenido que gastar parte de sus reservas de dinero en publicidad para contrarrestar el ascenso de Forbes. Esa publicidad, según Mike Murphy, estratega de la campaña de Lamar Alexander, otro de los contendientes republicanos, "demuestra que Dole está aterrado". "Forbes ha puesto en evidencia que Dole es muy vulnerable", opina Murphy.

Si Forbes consigue salir bien parado del caucus de lowa, y el fenómeno se mantiene después en New Hampshire y otras primarias, Dole se verá obligado a invertir más recursos contra él, lo que limitará sus posibilidades de construir una extensa campaña contra Bill Clinton. Dole ha recolectado ya 24 millones de dólares para cubrir sus aspiraciones presidenciales. Esa cantidad debía ser suficiente para afrontar una carrera presidencial, pero puede resultar escasa para librar al mismo tiempo una batalla por la denominación.

Clinton, en cambio, no tiene de momento ningún rival dentro de su partido para conseguir la denominación demócrata.

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