Historia de una falsa tormenta
Un polémico documental de la BBC revisa las mentiras y medias verdades de la guerra del Golfo
La fotogénica Guerra del Golfo, en la que 30 países aliados a las órdenes de EE UU liberaron Kuwait de las garras de Sadam Husein hace ahora cinco años, fue en realidad una contienda trucada en la que ni las fuerzas aliadas fueron tan eficientes ni tan morales las razones aducidas para iniciarla. La ofensiva se lanzó para evitar que el dictador iraquí, que con la invasión de Kuwait pasó a controlar una décima parte de la producción mundial de petróleo, decidiera dar otro paso hacia Arabia Saudí y apoderarse de este modo de la quinta parte de la producción mundial. Un documental de la BBC de cuatro capítulos, que acaba hoy, pasa revista a todas las mentiras y las medias verdades.Participantes de primera fila en el conflicto, que tuvo en vilo a la opinión pública -desde la invasión de Kuwait el 2 de agosto de 1990 hasta el estallido y el fin de la guerra el 17 de enero de 1991 y el 28 de febrero siguiente-, reconocen que las cosas no fueron exactamente tal y como se contaron. Para empezar, las razones que la motivaron: mientras la ex primera ministra británica Margaret Thatcher se atrinchera en los principios ( "no podíamos consentir que un dictador agresor, un nuevo Hitler se saliera con la suya"), Brent Scowcroft, asesor de Seguridad del entonces presidente norteamericano George Bush, reconoce abiertamente que fue el petróleo la razón esencial de la guerra.
La efectividad militar de los aliados queda también en entredicho. Los misiles Patriot, celebrados por los aliados como infalibles escudos protectores frente a la amenaza de los soviéticos Scud en poder de Sadam Husein, no consiguieron derribar ni uno solo de los proyectiles que el enemigo lanzó sobre Tel Aviv, según Moshe Arens, entonces ministro israelí de Defensa.
La determinación de Margaret Thatcher con la que Bush mantuvo una entrevista en Aspen, en agosto de 1990, fue, de acuerdo con la BBC, crucial en la movilización aliada. Thatcher, experta en ganar guerras fáciles, reconoció enseguida que estaban ante un objetivo perfecto.
Más difícil fue lograr el apoyo del Congreso y de la opinión pública norteamericana. A ello contribuyó eficazmente la entrevista mantenida en Ginebra entre el ministro iraquí de Exteriores, Tarek Aziz, y su homólogo estadounidense, James Baker el 9 de enero de 1991. "Siempre supe que en aquella entrevista no iba a resolverse nada, que era una mera cuestión de relaciones públicas", explica con amargura Aziz en el documental.
En el tercer capítulo de la serie, Aziz confirma, que los temores aliados a verse envueltos en una guerra química eran fundados, aunque el uso del gas nervioso y otras armas terribles fue descartado por el dictador iraquí. "No nos pareció inteligente usar esa clase de armas, en esa guerra y ante ese enemigo", dice Aziz. Las razones de tanta moderación se comprenden al escuchar al jefe del Estado Mayor del Ejército de EE UU, Colin Powell. Sin pestañear, PoweIl asegura que el uso de armas químicas hubiera decidido a los aliados a llevar adelante su plan de inundar Bagdad reventando las presas del río Tigris o, en último caso, a utilizar armas nucleares. "No creo que lo hubiéramos hecho nunca, pero eso no lo sabían los iraquíes", dice Powell, quien añade: "Y podríamos haberlo hecho si la provocación hubiera sido lo suficientemente seria".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.