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La señora García pide en Illinois que la ejecuten ya

La asesina de un marido que la maltrataba quiere poner fin a una vida de vejación y sufrimiento

Antonio Caño

Dos casos de extrema crueldad y las cifras de ejecutados en él año que acaba de terminar muestran que en materia de pena de muerte, Estados Unidos ha retrocedido a los años cincuenta. Nunca desde aquella época el número de personas a las que se ha aplicado la máxima pena había llegado a 56, casi el doble de las que fueron ejecutadas en 1994, y las organizacioñes contra la pena de muerte temen que, dado el volumen de sentencias pendientes, este año se alcance el centenar de ejecuciones.Dos casos han centrado la atención de la opinión pública estos días: uno es el de una mujer de Illinois, al parecer con perturbación mental, que pide ser la segunda mujer ejecutada desde que la pena de muerte fue reimplantada en 1976; otro es el de un hombre de Utah -que quiere recibir un "privilegio" que sólo es posible en ese Estado: el de morir frente a pelotón de fusilamiento.

Guinevere García, la mujer condenada en Illinois, está acusada del asesinato de su esposo, que la maltrataba y la obligaba a prostituirse. La ejecución está prevista para pasado mañana. García ha pedido a las organizaciones que luchan por su vida que acepten su voluntad y la dejen morir.

Amnistía internacional y otros grupos contra la máxima pena consideran que, lejos de ser culpable, García es víctima de la marginación y el odio. Abandonada por su padre después de que su madre se suicidara, García fue alcohólica, prostituta y objeto de violación antes de cumplir los 18 años. A esa edad tuvo una hija, que mató a los 11 meses para que su tío, que abusaba sexualmente de ella, no le quitase la custodia. Tras cumplir 10 años de cárcel García se casó con un hombre que la sometía a continuos malos tratos y la explotaba sexualmente.

Las organizaciones humanitarias consideran que García no está capacitada para decidir plenamente su destino y que su deseo de morir no es por arrepentimiento, sino por poner fin cuanto antes a una vida miserable. De esta forma, al ejecutarla las autoridades de Illinois estarían, en realidad, contribuyendo a un suicidio asistido. El gobernador de ese Estado, Jim Edgar, tiene hasta momentos antes de la ejecución la posibilidad de un gesto de clemencia hacia la condenada.

Para el próximo día 26 está prevista la ejecución en Salt Lake City de John Albert Taylor, para el que el Estado ha organizado, por segunda vez desde 1977, un pelotón de ejecución. Utah es el único Estado de Estados Unidos que permite al condenado elegir entre la muerte por inyección letal o por fusilamiento.

El diario The New York Times cita a un funcionario del departamento de prisiones de Utah que afirma que su teléfono se, bloqueó por el alto número de llamadas de voluntarios para disparar contra Taylor, que fue condenado por el asesinato de un niño. La secta de los mormones, que es mayoritaria en Utah, cree qué los, pecados sólo se limpian con el derramamiento de la sangre del pecador.

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