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La tragedia de 'Lady Halcón' y 'Riglos'

Un radioaficionado mata en Zaragoza a la mujer de la que se había enamorado a través de las ondas y a su marido

Los radioaficionados denominan la caza del zorro a las operaciones para localizar a un usuario que se esconde de sus captores con un transmisor. Es un juego de destreza y técnicas de búsqueda por ondas cada vez más en auge entre los apasionados por el uso de la radio en la denominada banda ciudadana.

Lady Halcón y Riglos eran dos de los indicativos (nombres en clave) que con frecuencia surcaban los cielos zaragozanos hasta el pasado martes. Correspondían a una mujer y un hombre. Ella, empleada en un matadero de aves. Él, cautivado por los impresionantes mallos de la localidad oscense del mismo nombre.

Su relación terminó en tragedia durante la madrugada de ese día, cuando Riglos degolló a Lady Halcón tras haber asestado treinta y tantas puñaladas mortales de necesidad al marido de ésta.

El parte del cuartelillo de la Guardia Civil en Canfranc (Huesca) reflejó el viernes siguiente que "sobre las 18.30 horas se presentó en el acuartelamiento una persona. Dicha persona no facilitó dato alguno, encontrándose en su poder una navaja y cartas dirigidas a una tal Pili. Al identificar a dicha persona resultó ser J. A. V. S., nacido en Malón (Zaragoza) en el año 1968, el cual es el supuesto autor del asesinato del matrimonio Campín, ocurrido en la madrugada del día 10 en Zaragoza".

La policía le llevaba buscando desde entonces sin resultado, aunque con el convencimiento de que era "una cuestión de tiempo".

La confesión remitida al juez, que había decretado el secreto de las actuaciones, permitió comprobar que la crónica negra era el reflejo de un crimen pasional en cuyo origen estaba el enamoramiento de un treintañero introvertido, apenas relacionado con mujeres, algo violento y que había recurrido a la banda de 27 megahercios para tener una vida que su monótona cotidianidad le negaba.

La radioafición le permitió conocer a Pilar, diez años mayor que él y vecina del barrio del Picarral, casi colindante con el suyo del Actur, en la margen izquierda del río Ebro.

Tras trabar amistad por las ondas se conocieron físicamente y Riglos se prendó de Lady Halcón, pero ésta se encontraba ya casada y no tenía intención de introducir variación alguna en sus relaciones. José Antonio Verdejo Santos se apasionó entonces hasta la enajenación y fraguó su venganza. Decidió esperar al marido de Pilar cuando salía de su casa para ir a trabajar. Le asaltó y, con ensañamiento, le quitó la vida.

Alertada por los gritos de su esposo, Lady Halcón salió a la calle y fue entonces literalmente degollada por Riglos. El agresor se dio inmeditamente a la fuga con 100.000 pesetas en su cartera.

En la huida, tomó primero una habitación de hotel. Luego se fue a un hostal e intentó suicidarse cortándose las venas. Pero, cuando estaba desangrándose, decidió cortar la hemorragia, para lo que se aplicó un torniquete dejando impregnado de rojo el baño del establecimiento. Antes de continuar viajando hacia la frontera con Francia, aún pretendió colgarse de una rudimentaria cuerda, pero tampoco le sirvió ese procedimiento para poner fin a su escapada..

Finalmente, el viernes por la tarde, mientras la policía de Zaragoza tenía vigilado el domicilio donde vivía con sus padres, Riglos dejó de emitir y se entregó en Canfranc.

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