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El alcohol deja fuera de juego a cien estudiantes en su fiesta callejera

, El alcohol tumbó a un centenar de adolescentes en su anual fiesta estudiantil de Navidad. Las centralitas de los servicios sanitarios estuvieron bloqueadas a lo largo del día. Cada telefonazo significaba una intoxicación etílica aguda.

El servicio de ambulacias municipales Samur había auxiliado a las ocho de la tarde a 32 adolescentes. Todos ellos en la zona de Princesa, Moncloa y Centro. La mayoría tuvieron que ser trasladados al hospital Clínico y al de la Princesa.

El personal sanitario de la Cruz Roja también se afanó en socorrer a unos 24 jóvenes en las calles próximas a la zona Centro y en otras localidades como Alcorcón, Móstoles y Leganés. El servicio de urgencias del Insalud 061 prestó ayuda a medio centenar de muchachos.

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A mediodía, el agua nublaba la plaza Mayor. Los estudiantes se guarecían en los húmedos soportales. Más de 500 agentes entre nacionales y municipales estuvieron al acecho durante todo el día. Las siete puertas de acceso permanecieron todo el día custodiadas por decenas de agentes municipales. Intentaban que la plaza no se inundará de litronas, pulverizadores de espuma y de petardos. Todo chaval que pretendía entrar en la plaza era cacheado previamente. Algunos se quejaban y hablaban de discriminación. Jaime Corral, de 16 años, alumno de segundo de BUP, intentaba razonar: "Nos cortan el rollo. ¿Por qué a los jóvenes nos miran todo y a los mayores no?. Las bombas las ponen los mayores y que nosotros somos los peligrosos". A pesar de los uniformes azules y los chubasqueros amarillos, la fiesta no decayó. Los chavales empinaban la botella de sidra o de cerveza en cualquier esquina del centro. Beber, beber, y beber. Ésa era la principal consigna de la primera de las juergas navideñas.

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Los médicos aseguran que ningún año atendieron tantas borracheras en la calle

VIENE DE LA PÁGINA 1El diagnóstico de los médicos fue tajante: ningún año habían atendido tantas borracheras juveniles esparramadas por la calle. Muchos celebraron el fin de las clases y los suspensos conseguidos con copas. Era el caso de Davinia, de 15 años y alumna de segundo de BUP, con ocho cates en el bolsillo y varias amigas a su lado, contaba bajo uno de los corredores de la plaza Mayor: "Hoy nadie me estropea el día. Nos vamos a tomar unas botellas porque somos libres para hacer lo que nos dé la gana".

También bajo los soportales, Jorge Sánchez, de 19 años, llegado desde la localidad de Villaviciosa de Odón con un suspenso en los exámenes de quinto curso de Electrónica, contaba sus planes: "Hoy sólo quiero pasármelo bien con alcohol y mujeres". Su compañero de curso Manuel Ocaña, de 18 años, llevaba encima 11 sobresalientes y un notable. "Ahora soy feliz al cien por cien y no me preocupa otra cosa que divertirme".

Los estudiantes acudían en manada. La mayoría uniformados con gorritos de navidad y armados con aerosoles. Se toparon con los tradicionales quioscos de la plaza Mayor cerrados. Algunos tenderos protestaban por la tradicional fiesta navideña de los estudiantes. "No entienden que nosotros nos ganamos la vida así y que son pocos los días que tenemos para vender. Nos hacen perder bastante dinero", explicaba una mujer de un puesto de figuritas.

En cambio, los bares y las discotecas estaban abiertos de par en par. Era el caso de la discoteca Xenon, en la plaza del Callao. A mediodía había cola a la entrada. Los porteros de la sala pedían el carné de identidad a los jóvenes y la correspondiente invitación. Uno de ellos no permitió la entrada a una redactora de este periódico. "Es una fiesta para jóvenes, usted no puede entrar. Aquí no hay alcohol ni cosas raras", sentenció el vigilante.

Algunos establecimientos del centro recibían a los chavales con suculentas ofertas en su primer día de vacaciones de Navidad. "Un mini, 100 pesetas". Varios locales anunciaron barra libre de cerveza.

Los estudiantes, sin embargo, no se encontraban con la esperada fiesta. "Hay menos gente que otros años", decía Andrea, de 21 años. "Demasiada policía", apuntaba una amiga. La lluvia, según los responsables municipales, ayudó a evitar los incidentes de otros años cuando los jóvenes arremetieron contra las casetas.

En la zona de bares de copas de Húmera (Pozuelo de Alarcón), el Ayuntamiento también estableció un cordón policial para evitar el desmán de los jóvenes. Sin embargo, los estudiantes de Somosaguas dieron plantón a los agentes.

En Leganés hubo hasta navajazos. Un joven de 16 años resultó apuñalado cerca del pabellón deportivo Europa. Fue atendido por Cruz Roja y quedó ingresado en el hospital Doce de Octubre con una herida de arma blanca en el abdomen. Su pronóstico era reservado.

Atasco y lluvia

El vuelco de un camión cisterna cargado de grasa vegetal atascó ayer por la mañana la M-30 durante más de tres horas. La retención afectó a las carreteras de la zona suroeste de la región, y miles de coches quedaron atrapados en una infernal hora punta.

La intensa lluvia complicó la circulación. Según fuentes de la Policía Municipal, los conductores madrileños sufrieron ayer una de las 10 peores mañanas del año. A las tres de la tarde, un gran aguacero causó en Madrid inundaciones y grandes charcos en la calzada. Un bolsa de agua anegó las proximidades de la estación de Atocha y colapsó el eje del paseo de la Castellana. El siniestro del camión ocurrió a las 6.45. El vehículo artículado circulaba por el kilómetro 20 de la M-30, a la altura del Vicente Calderón, en dirección Burgos. El camión cisterna patinó y luego volcó. La máquina arrancó 40 metros de valla protectora. Unos cien litros de grasa vegetal se derramaron por la vía de circunvalación. El conductor del camión resultó herido leve.Tras el accidente, la M-30 quedó cortada hasta las 9.45 de la mañana. Una decena de empleados del servicio de limpieza trabajó durante dos horas para absorber la grasa. Un portavoz del departamento de Limpiezas señaló que el pegajoso líquido no se derramó hacia el río.

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