Los mercados fuerzan a Clinton, y los republicanos, a negociar sobre el déficit
![Antonio Caño](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbeac12ba-699c-4d3e-89c6-e30be1d9a86c.png?auth=74fed457e58f28ed1f5682cefdc437f0ffd7a482e0124e2212ab78e056c83af2&width=100&height=100&smart=true)
Alarmados por los efectos negativos que la crisis presupuestarla de Estados Unidos está teniendo en los mercados financieros, el presidente Bill Clinton y los principales líderes republicanos se mostraron ayer decididos a poner fin al juego político y conseguir un acuerdo que permitiera normalizar la actividad de los servicios públicos y sentar las bases para una efectiva reducción del déficit. Nuevas negociaciones al más alto nivel habían sido convocadas anoche para intentar superar el atolladero, que se ha convertido ya en la principal amenaza a la estabilidad de la economía norteamericana.
Wall Street reaccionó positivamente a estos nuevos signos optimistas y subió 32,21 puntos. El miércoles, inmediatamente después de que se frustraran las esperanzas de un acuerdo que parecía garantizado, la Bolsa de Nueva York se precipitó en una caída que dejó el índice Down Jones con más de 50 puntos negativos en menos de quince minutos. Ésa fue la señal definitiva de que esta crisis ha ido ya demasiado lejos.A comienzos de la semana, Clinton y los dirigentes republicanos habían hecho un gesto de aproximación para contribuir a que la Reserva Federal decidiera la rebaja de los tipos de interés, que se necesitaba para potenciar la actividad económica. Esa aproximación fracasó después por la presión del grupo de congresistas republicanos que forman el ala más derechista de ese partido. El fracaso provocó rápidamente un ambiente de pánico en los mercados, que entendieron que no habría acuerdo sobre el nuevo presupuesto antes del final del año, como había prometido antes el Congreso.La presidencia y los líderes republicanos entraron en contacto después con el propósito de reanudar las conversaciones. El jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Leon Panetta, se reunió en la mañana de ayer con el presidente del comité de Presupuesto del Senado, el republicano Pete Domenici, para acercar posiciones. Como resultado de esa reunión, ambas partes parecían de acuerdo en que el presidente Bill Clinton, el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, y el jefe de la mayoría republicana en el Senado, Bob Dole, se reunieran en la tarde de ayer o a lo largo del día de hoy en busca de un acuerdo. De inmediato Wall Street empezó a subir.Los negociadores tienen delante tres propuestas diferentes sobre cómo eliminar el déficit público en siete años: una, la que prefieren los republicanos, que incluye drásticos recortes de los programas de asistencia sanitaria a pobres y pensionistas a cambio de un reducción de impuestos de 245.000 millones de dólares; otra, respaldada por los demócratas, que mantiene intactos los programas sociales sin recortes de impuestos; y una tercera que trata de promediar los deseos de las dos partes con algunas reducciones de los programas sociales y pequeñas rebajas de los ingresos por vía fiscal.
Sectores moderados
Esta última es la que están patrocinando sectores moderados, tanto demócratas como republicanos, y a la que podrían terminar apuntándose Clinton, Gingrich y Dole. El problema, una vez más, es el de cómo pueden presentar cada uno de ellos el acuerdo como una victoria. En vísperas de una campaña electoral, ni Clinton quiere admitir que los programas sociales, de los que se declara defensor, han sido reducidos, ni Dole, el principal candidato republicano a la presidencia, quiere reconocer que la prometida revolución impositiva es imposible. La mejor presión para ambos la dos es, sin duda, la de los mercados financieros, que han dejado claro que quieren un acuerdo para reducir el déficit público pronto y a cualquier precio.
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