Las otras navidades
Vivimos una Navidad que en estos días se podría traducir en consumo, lotería, comer opulentemente, compramos coche nuevo, abrigo de visón y un largo etcétera. Es la Navidad del mundo desarrollado que es donde vivimos, la mayor parte de nosotros. Pero no hay que ser demasiado avispado para darse cuenta de que existen otras navidades. Sin ir más lejos, cuando no hace mucho tiempo fui con el alcalde de mi pueblo a repartir unos lotes de comida, (excedentes de UE) que distribuye la Cruz Roja a varias familias de la localidad, observé esas otras navidades distintas de las que gozamos la mayoría. Porque distinta tiene que ser la Navidad del enfermo renal que tras varios rechazos consecutivos sigue enganchado a la máquina casi sin esperanza, del parado, de la viuda con tres o cuatro hijos a los que sacar adelante, de las familias gitanas que malviven o malsubsisten en las periferias de los pueblos. La de los cientos de niños que diariamente mueren en Brasil asesinados como alimañas, o los otros explotados hasta la muerte en Tailandia, Bolivia, Perú, etcétera, o cualquier otro país, el nombre quizá es lo de menos. Lamentablemente, existen otras navidades, aunque debiera ser una sola para todos por igual, pero eso tal vez es utopía, porque desde aquella lejana y primera Navidad hasta hoy se han dado y se dan distintas navidades.Para colmo, el mundo particularmente desarrollado vive inmerso en una crisis permanente que no es otra que la de tener asegurado (como si de una buena póliza de seguros se tratase) al 100% su existencia y su porvenir. Los gobernantes de turno buscan y rebuscan entre asesoramientos y consejos, la fórmula mágica para aliviar esas penas a sus conciudadanos, pero no lo consiguen. Se encabezonan, se empeñan en reducirlo casi todo a unas tasas, o cuotas de crecimiento socio-económico monetarista y mercantilista y ya está. Quizá por ello se ha creado el hábito de que cuando la economía flaquea, todo exclusivamente se vienen abajo, arrastrando consigo y sumiendo al mundo en la más honda y angustiosa de las depresiones.
La misma Iglesia, perdida también en luchas y tensiones, tanto externas como internas, no es capaz tampoco de lanzar ése mensaje de paz, alegría, esperanza, que realmente el mundo necesita, y que además cale hondo en los corazones de los hombres. Y mucho menos con este Papa y cuartel general, preocupado con la natalidad, anticonceptivos y cristianizar a todo ser viviente; se parece a un partido político a la hora de captar adeptos para sus propias filas
En fin, esa otra Navidad tendría que ser aquella en donde no se dieran todas esas desigualdades e injusticias acercándonos cada vez más a esa utopía que reza así:, "Navidad es cualquier día en que alguien le llama a otro hermano, y le trata y quiere como tal".-
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