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El partido del Gobierno ruso tira la casa por la ventana para ganar votos

Pilar Bonet

Nuestra Casa es Rusia (NCR), el bloque electo del Gobierno que preside Víktor Chernomirdin, no repara en gastos para lograr una buena representación en la Duma Estatal (la Cámara baja del Parlamento) en las elecciones que se celebrarán el domingo próximo en Rusia. Ha cubierto las ciudades del país de lujosos carteles impresos en el extranjero, bombardea a los telespectadores con una publicidad dulzona diseñada por especialistas en las multinacionales del chocolate y ha traído a Rusia a la super modelo Claudia Schiffer y al cantante pop Glenn Hughes.

Legalmente, los contendientes tienen un límite de gastos de campaña, equivalente a unos 280 millones de pesetas, que bastan para una hora y 40 minutos de propaganda en la primera cadena de la televisión. En privado, altos dirigentes de NCR admiten no escatimar rublos para asegurar el triunfo; en público, NCR ha comenzado a guardar algo las formas tras la. publicación del estado de su cuenta corriente oficial, cuyos escasos fondos no permitían explicar el despliegue.En la lista de candidatos del bloque gubernamental está la flor y nata del establishment poscomunista ruso: actrices y actores, entre los que destaca un cineasta como Nikita Mijalkov; un veterano de Afganistán que se distinguió por su valor en Chechenia, como el general Lev Rojlin; el ministro de la privatización, Serguéi Beliáiev, y el poderoso vicealcalde de Moscú, VIadímir Resin.

La estabilidad política y la continuidad de las reformas económicas sin conmociones son los ejes del programa de NCR, un texto bastante amorfo basado en el sentido común para gente razonable. NCR utiliza el rostro paternal de Víktor Chernomirdin y una consigna aburrida, pero tranquilizadora: "Sobre el sólido fundamento de la responsabilidad y la experiencia".

Protección mafiosa

Una de las fotos más difundidas, en la que Chernomirdin tiene las manos unidas a modo de triángulo o tejado inclinado, ha dado pábulo a las bromas de sus oponentes, que imitan el gesto y pronuncian una de las palabras de moda en la jerga del capitalismo incipiente local: krisha, que significa a la vez tejado y protección mafiosa.

Cuando los adversarios del primer ministro especulan sobre los orígenes del dinero qué generosamente gasta NCR suellen referirse a los lazos que le unen con Gazprom, la compañía monopolista del gas ruso, que Chernomirdin dirigió desde su fundación, en 1989, hasta 1992, cuando se incorporó al Gobierno. Chernomirdin, de 57 años, creció en una familia cosaca de los Urales y fue ministro del Petróleo y del Gas de la URSS de 1985 a 1989.

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Gazprom se ha beneficiado de su posición de monopolio, pero Chernomirdin no tiene ni una acción de esta compañía, ante la cual imploran muchos gobernadores de Rusia para que les perdonen las deudas y no les restrinjan los suministros de gas. Estos gobernadores apoyan directamente al partido del poder o le ayudan con medios como el acceso a las televisiones regionales. Algunos, sin embargo, se distanciaron en otoño, cuando sintieron que el apoyo del presidente BorísYeltsin era menos sólido de lo que parecía.

La falta de sentido de equipo de sus fundadores y cierta prepotencia molesta para el ruso de a pie son los problemas mas graves de NCR. Tiene también una grave contradicción interna. Uno de los fines de sus ideólogos (entre los que se cuentan asesores presidenciales) está el llevar a Chernomirdin al Kremlin como sucesor de Yeltsin. El principal obstáculo para ello puede ser el deseo del mismo Yeltsin de volver a competir sin escuchar a su corazón enfermo. Altas fuentes del NCR, desmoralizadas ante la posibilidad de que Yeltsin insista en seguir, aseguran tener la sensación de "estar sufriendo la agonía de un sistema a punto de desmoronarse".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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