Candidato Weah
Llegamos a la Navidad y es hora de homenajes y premios. Algunos tienen una larga tradición y disfrutan de un merecido respeto. Es la caso del Balón de Oro, que se concederá próximamente al mejor jugador del fútbol europeo. Hasta ahora, el galardón sólo estaba reservado a los europeos o nacionalizados, caso de Alfredo Di Stéfano, que consiguió dos nominaciones. Esta regla impidió la coronación de Maradona, por citar al más grande de todos. En la próxima edición se abrirá el abanico de candidatos a todos los futbolistas que militan en equipos europeos. Y por ahí se desliza el gran favorito: el liberiano George Weah, delantero centro de Milan.En 1990, Weah disputó una eliminatoria de la Recopa frente al Valladolid. Entonces jugaba en el Mónaco y sólo parecía un goleador que sacaba provecho de sus cualidades físicas. Pero en ningún caso parecía un jugador determinante ni vistoso. No era un jugador de clase y era difícil esperar su aterrizaje en cualquiera de los grandes equipos europeos. Sin embargo, su progresión ha sido espectacular, un caso extremo de aprendizaje y refinamiento. Aquel material, en bruto de Weah se ha pulido de tal manera que ahora, después de su paso por el París Saint Germain y su llegada al Milan, se ha convertido en un ejemplo de conjunción entre unas condiciones físicas extraordinarias y un tacto cada vez más delicado con la pelota. Sus goles parecen el producto de la confrontación de un hombre frente a niños, tal es su exuberancia y su potencia. Y además de su innegable talento, tiene a su favor el poder mediático que le ofrece el Milan y todo el escaparate del fútbol italiano.
Se tiene a Weah como candidato indiscutible al Balón de oro, pero, como esto es fútbol, siempre hay, lugar para el debate. Los puristas exigen el premio para Baresi y Maldini, dos defensores supremos, supervivientes de la gran era del Milan y todavía líderes del equipo. Y por alguna rendija, para eso es extremo, se cuela Overmars como una bala. Desde la ortodoxia, Overmars no alcanza a los grandes, pero podría recordarse que una vez el trofeo fue entregado a un tal Belánov, un extremo infinitamente peor que Overmars, representante del explosivo fútbol del Ajax, el campeón de Europa. ¿Y por qué no Zola? Nadie es más delicado e intuitivo con la pelota, ni tan consistente con el gol, y el buen juego. Le perjudica su pertenencia al Parma, un equipo con menos pegada publicitaria que el Milan o el Juventus. Pero si hablamos de la injusticia del marketing, podríamos hablar de una infinidad de futbolistas impresionantes. Un ejemplo: Mijatovic. Si jugara en el Milan, su nombre ocuparía la primera plana de la Gazzetta dello Sport cada dos días.
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