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Prado explicará hoy al juez sus negocios con De la Rosa en Grand Tibidabo

Las relaciones entre Manuel Prado y Javier de la Rosa tuvieron su escenario de mayor intensidad pública en Grand Tibidabo, la sociedad por la que De la Rosa acabó ingresando en prisión. Como consecuencia de ello, Prado declara hoy como imputado ante el juez Joaquín Aguirre, instructor del caso, para explicar una operación en la que Grand Tibidabo le compró al embajador unos terrenos por 1.581 millones de pesetas y que ahora, según un informe pericial remitido al magistrado, valen tan sólo 658 millones.

De la Rosa desembarcó en 1991 en CNL, que acabó llamándose Grand Tibidabo, y no tuvo problemas para encontrar compañeros de viaje. La sociedad tenía una liquidez de más de 30.000 millones y había vendido su sede a la Generalitat por más de 3.000.Entre los que creyeron que sentarse en el mismo consejo que De la Rosa podía ser un buen negocio estaba Prado, que llegó a ser vicepresidente. En esos momentos, Prado ya había recibido 100 millones de dólares de De la Rosa, 80 en octubre de 1990 y 20 en junio de 1992, quien los había rebañado de la caja de Torras-KIO.En febrero de 1992, Prado utilizó una parte de ese dinero para facilitar un crédito de 1.500 millones a Nueva Madrugada, propiedad de De la Rosa. El canal elegido fue una sociedad suiza de Prado, Libra Invest. Era un préstamo, especial, pues estaba garantizado por acciones de Grand Tibidabo, lo que significa que Prado tenía la posibilidad de convertirse en principal accionista de la empresa si acordaba con De la Rosa la no devolución del préstamo.

Además, y en la misma fecha del crédito, De la Rosa hizo que Grand Tibidabo comprase a Prado por la misma cantidad, 1.500 millones, unos terrenos en Sevilla. Prado se comprometía a recomprarlos por el mismo precio.

Sin embargo, en diciembre de 1992, antes de que llegase el momento de esa recompra, De la Rosa hizo dos cosas. Primero: cambió los terrenos originales por otros, que son los que ahora el perito Julio Rico Salvador valora en tan sólo 658,9 millones. Segundo: renunció al pacto de recompra, sin consultar ni informar al consejo de administración, con lo que convirtió a Grand Tibidado en su propietario irrevocable.¿Por qué De la Rosa otorgó tan buenas condiciones a su vicepresidente? ¿Con la esperanza de que Prado, a su vez, se olvidara del crédito que le había concedido a través de sus sociedades suizas? El mismo día que se firmaban esos cambios, De la Rosa declaró ante el notario Francisco Javier Rovira: "Quiero declarar que ninguna compraventa será firme en esta operación si el citado Manuel Prado deja dicha vicepresidencia de Grand Tibidabo''. Es decir, De la Rosa pensaba que liberando a Prado de la obligación de recomprar los terrenos estaba forzando su continuidad.

Está claro que Prado quería, marcharse dé Grand Tibidabo. ¿Por qué? Es posible que, a esas alturas, Grand Tibidabo, abocada a la crisis, tuviera ya poco que ofrecer. También que Prado hubiera visto demasiadas cosas raras. La más significativa fue la que le ocurrió a Carles Vilarrubí, socio suyo en Trébol Condal. El 31 de marzo de 1992, Vilarrubí fue nombrado consejero delegado de Tibigar dens, promotora del gran parque de atracciones de Tarragona. Pocos meses después, presentó su dimisión. De la Rosa había querido desviar 1.000 millones avalados por la Generalitat hacia sus cuentas. Vilarrubí se negó a cometer un acto ilegal firmando los talones y dimitió el 23 de octubre.

Desde ese momento, Vilarrubí fue espiado y seguido. En abril de 1993, la policía catalana descubrió que sus teléfonos estaban pinchados. La policía sospechaba que una empresa de Francisco Álvarez, Check-In, encargada de los servicios especiales de De la Rosa, estaba detrás. En el verano nueve meses después de la marcha de Vilarrubí, Prado presentó su dimisión como viceprente de Grand Tibidabo. Sin embargo, De la Rosa y Prado dejaron sus relaciones aparentando ser buenos amigos. En recientes declaraciones radiofónicas, Prado ha afirmado que De la Rosa le reconoció que estaba detrás de los pinchazos y las intimidaciones a Vilarrubí.

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