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REVUELTA SOCIAL EN FRANCIA

Los franceses apoyan las protestas y recelan de las reformas del Gobierno conservador

Enric González

Los franceses están por la huelga. Y no confían en el Gobierno de Alain Juppé. Una encuesta publicada ayer reveló que, tras una semana de paralización de transportes y ante la perspectiva de un caos casi completo durante la próxima semana, la ciudadanía sigue simpatizando con una protesta que se extiende día a día y cuyas consecuencias son imprevisibles. El plan del primer ministro conservador para organizar un movimiento gaullista que se opusiera en la calle a los huelguistas recibió ayer un chaparrón de críticas, algunas procedentes de su propio grupo parlamentario.

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El jefe del Gobierno insiste en que el esquema de su reforma de la Seguridad Social y las pensiones es innegociable, pero su posición parece cada vez más frágil. La encuesta encargada por el diario Le Parisien y la cadena de radiotelevisión RTL es reveladora. Un 39% de franceses dice apoyar las huelgas de los servicios públicos, y un 23% reconoce simpatizar con ellas. En total, un amplio 62%. Por el contrario, sólo un 12% -mayormente empresarios y comerciantes- se declara "hostil" a la protesta. Son datos muy significativos, habida cuenta de las formidables incomodidades causadas por el movimiento huelguístico.Más preocupante para el Gobierno de Juppé es la escasa fe de los franceses en su capacidad negociadora. Cuando se les pregunta si confían en que el Gobierno pueda sacar al país del atolladero, la mayoría de los encuestados dice que no tiene "ninguna confianza" (35%) o "poca confianza" (30%). En total, 65%, repartido entre todas las categorías sociales: empresarios, asalariados públicos y privados, parados, estudiantes y jubilados. En la misma encuesta, una gran mayoría (70%) es partidaria del establecimiento de servicios mínimos, para preservar el derecho al trabajo de los no huelguistas.

Ante esta perspectiva, parece cada vez menos razonable la idea de crear desde el partido gaullista, la Reagrupación Para la República (RPR), un "movimiento espontáneo" contra las huelgas. El portavoz gubernamental, Alain Lamassoure, intentó ayer tomar distancia respecto al proyecto de confrontación callejera y afirmó que se trataba de "una iniciativa del partido", sin relación con el primer ministro.

La explicación de Lamassoure era difícilmente creíble, dado que Juppé es presidente del RPR y el partido no hace nada sin su aprobación, y menos tratándose de un asunto tan importante como el de crear un movimiento ciudadano y sacarlo a la calle, con riesgo de enfrentamientos físicos con los huelguistas. En el propio RPR se decía ayer que el proyecto estaba "aún en discusión", pese a que un documento interno fijaba para el próximo jueves las primeras manifestaciones de usuarios exasperados.

El ex candidato a la presidencia y primer secretario del Partido Socialista, Lionel Jospin, se declaró "asombrado" por la "absurda iniciativa gaullista" de impulsar manifestaciones y crear comités antihuelga. "Es terriblemente peligroso enfrentar a unos franceses contra otros", añadió. El secretario general del Partido Comunista, Robert Hue, calificó el proyecto de "irresponsable e irrealista". El propio Jean de Gaulle, hijo del general y diputado gaullista, declaró que "sería peligroso enfrentar a una categoría de franceses contra otra". "Hay que ser firmes, pero no crear una guerra", dijo Jean Rosselot, también diputado gaullista.

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'Huelguistas, egoístas'

Ayer hubo un primer intento de movilización contra las huelgas, a iniciativa de la Asociación de Defensa de los Usuarios de la Administración y los Servicios Públicos y, bajo el moderado lema de Queremos servicios minimos. Pese a ser anunciada a toda plana y en portada por el diario conservador Le Figaro, la manifestación reunió a poco más de mil personas en el centro de París, algunas de las cuales, bajo la pancarta Huelguistas, egoístas, pedían a gritos el fusilamiento de los líderes sindicales y el despido de los ferroviarios. La debilidad de la protesta de los usuarios fue una nueva señal de que, por el momento, los franceses comprenden -y en gran medida comparten- los temores de los funcionarios y los trabajadores del sector público.

Los representantes sindicales de los ferroviarios han anunciado que no participarán en ningún tipo de negociación mientras el Gobierno se niega a hacer un gesto de buena voluntad. Los estudiantes sí acudirán esta mañana a una nueva reunión con el ministro de Educación, François Bayrou. En cualquier caso, parece seguro que mañana, lunes, la paralización de servicios alcanzará un nivel superior a todo lo visto hasta ahora y que la mancha de aceite de la protesta se extenderá a amplias áreas del sector privado.

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