Para Moncho

Querido Moncho:Hasta hoy hubieras sido señor Alpuente, pero he descubierto varias cosas que a continuación justificarán mi tuteo.

Yo estudié en un colegio de curas y siempre he defendido la teoría de que los que estudiamos allí seríamos en el futuro peculiares, cuando no anormales, pero nunca indiferentes.

Hoy he descubierto que tú y yo somos antiguos compañeros sufridores de las Escuelas Pías de San Antón (yo durante nueve años).

Hoy también he descubierto que mi teoría era cierta, pues cualquiera que te juzgue como personaje popular me reconocerá que puedes ser cualquier cosa, pero seguro que eres peculiar y nunca indiferente.

También he descubierto hoy porqué soy lo que soy. Desde muy pequeño quise ser médico y durante mi estancia en aquel campo de concentración de la calle Farmacia mi vocación creció. Quería ayudar y conseguir el reconocimiento de los demás. Soy médico, aunque más de uno de aquellos nuestros profesores-torturadores no habrían apostado un duro por mí. Pasaron años de ejercicio como reconocido médico de cabecera bueno y humanitario. Y por fin acabé siendo dentista, que es a lo que ahora me dedico.

Hoy, al leer tu artículo en el diario EL PAÍS, he comprendido porqué soy dentista: ¿no habrán conseguido aquellos años de torturas físicas y psicológicas meter en mi subconsciente el placer de sentir cómo mis semejantes sufren y se angustian por mi presencia?, ¿no me dedicaré a esta profesión sólo por recordar y hacer un homenaje diario a aquellos inquisidores de mis años de adolescencia? Cuando a mis pacientes les sudan las manos de nervios, ¿no estaré recordando mis sensaciones ante el Masca, el Chichas, el Capicúa o ante alguno de aquellos curas cargados de soberbia?Pues sí, Moncho, gracias por demostrarme que aquéllos no eran sólo mis fantasmas.

Investiga por si alguno de los indigentes que han quemado el colegio no era un antiguo alumno.-