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Tribuna
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La internacional de la berenjena

Escribió Georges Arnaud en el prólogo a, El salario del miedo: "Guatemala no existe. Lo sé porque he vivido allí". ¿Existe el Mediterráneo? Se acepta la existencia de una supuesta cocina mediterránea basada en los frutos de la zona , en el cordero como animal expiatorio básico, en el pescado y en el aceite de oliva como grasa. Los tópicos a veces no resisten la realidad y luego se comprueba que el pescado es caro para muchos pueblos mediterráneos o que el cerdo predomina sobre el cordero y la grasa animal más popular es la manteca del puerco. También se ha convertido en una chuchería del espíritu la dieta mediterránea, que incluye legumbres no por todos apreciadas; por ejemplo, los garbanzos, tan amados por los españoles y las cocinas musulmanas, forman parte de los objetos volantes no identificados por la cocina francesa. Es que hay muchos Mediterráneos y básicamente dos: el que se otea desde la Villa Olímpica de Barcelona y el que puede verse desde la Ciudad de los Muertos de El Cairo, el Mediterráneo del Norte y el del Sur, con todas las gradaciones económicas y sociales que incluyen estos conceptos y con todas las distancias culturales que hay entre el fundamentalismo islámico y el fundamentalismo neoliberal. Tal vez sea la berenjena el único producto indiscutido a encontrar en un plato murciano, sirio, marsellés, napolitano, turco, argelino, marroquí y con el tiempo pueda ser la berenjena la pieza única en una posible bandera unitaria mediterránea. Porque al Mediterráneo le pasa lo mismo que a Europa, todavía casi no existe. Y sabemos que no existe porque vivimos en él.

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