_
_
_
_
_

Irlanda afronta el referéndum del divorcio totalmente dividida

La decisión, en manos de un 13% de indecisos

A unos pasos de la estatua de James Joyce, en la esquina de O'Connell Street, Elaine y Karen reparten pegatinas y folletos de propaganda pro divorcio. En Dublín, capital de la Irlanda más progresista y europea, la tarea parecería sencilla. "No lo es. La gente es hostil, no quiere pensar por sí misma", responde Elaine, indignada ante la cantidad de transeuntes que se niegan a aceptar su folleto. En vísperas del referéndum que llevará hoy a más de dos millones y medio de ciudadanos a decidir si quieren o no una ley de divorcio, Irlanda parece más dividida que nunca.

El último de los sondeos realizados, publicado el martes, señala una ofensiva creciente del "no", con un 42% de partidarios frente a un porcentaje del 45,4% de defensores del "sí". Miembros de la campaña antidivorcio, como Mark Hamilton, consideran que, como casi siempre, la decisión final está en manos del 13% de indecisos. Para animarles, la Iglesia Católica desplegó ayer todos sus símbolos. Sacerdotes y devotos recorrieron las principales calles de Dublín portando crucifijos y vírgenes.Los adornos navideños se alternan en las calles de Dublín con las pancartas en pro y en contra del divorcio. Colgando de las farolas del alumbrado público o al pie de las estatuas del bulevar principal en O'Connell Street, los dublineses tienen al alcance de la mano toda una filosofía menor de la propaganda política. En un minúsculo cartel firmado por los Trabajadores Socialistas puede leerse "Divorcio. Deja que los obispos se ocupen de sus propias familias. Vota :sí". Un poco más lejos está el contraataque. "Por el derecho a seguir casado, vota no".

La última esperanza

"Seguro que vamos a ganar, aunque sea por poco", opina la encargada de la oficina del grupo Derecho a casarse de nuevo. La suya es una de las opiniones más optimistas entre los que defienden la enmienda constitucional que, de ser apoyada mayoritariamente por el pueblo, autorizaría a esas 80.000 parejas legalmente separadas en Irlanda a contraer de nuevo matrimonio.La inmensa mayoría de los intelectuales, políticos y profesionales que ven en el referéndum de hoy la última esperanza de modernizar la legislación irlandesa, lo tienen bastante menos claro. Antes de cerrarse la campaña, John Bruton, primer ministro irlandés, y la práctica totalidad de los líderes políticos del país reclamaron el "sí". Bruton llegó a decir incluso que un resultado negativo sena para él algo así como "un fracaso personal".

Pero el peso de los que consideran dañina o innecesaria la ley de divorcio es cada vez mayor. William Binchy, profesor de Leyes en el Trinity College (la pretigiosa universidad de Dublín), arremetía ayer desde las páginas del diario Irish Times contra una ley "que redefine el matrimonio como un acuerdo temporal". "Creo que los votantes decidirán que la verdadera compasión se demuestra apoyando los acuerdos para toda una vida", escribía el profesor. Otros, como Elaine y Kaaren consideran que la verdadera compasión se demuestra adoptando una legislación acorde con los problemas y los deseos de la sociedad a la que sirve.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_