15 años de cárcel para el 'chapero' que mató a un transformista
Alí Mbaye Mamadu, el chapero senegalés de 34 años que en octubre de 1994 mató a puñetazos al maquillador Juan Carlos Pinto para robarle un televisor y un equipo de música, ha sido condenado a 15 años de cárcel. La sentencia de la Audiencia de Madrid sostiene que, tras golpear a su víctima, Mbaye la dejó morir atada de pies y manos. Esa noche, Pinto, de 29 años, vivía su apoteosis transformista. Envuelto en licras y pieles de conejo, había acudido al estreno de la película Las aventuras de Priscilla, reina del desierto, una alocada comedia de transformistas. En su cabeza lucía un cuerno de silicona.
En la sentencia, a la que tuvo acceso Efe, la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Madrid declara probado que el senegalés se encontraba sobre las dos y media de la madrugada del 30 de septiembre de 1994 en las proximidades de la Puerta del Sol de Madrid. Allí vendía cajetillas de tabaco.Juan Carlos Pinto Martín salía a aquella hora de la fiesta que se había celebrado en la discoteca Joy Eslava con motivo del estreno de la película -donde se dejó fotografiar junto con otras reinonas de la noche-. De camino a su casa se cruzó en la Puerta del Sol con Mbaye, a quien le ofreció mantener relaciones sexuales por 10.000 pesetas.
El senegalés aceptó. Ambos se dirigieron a la vivienda, una buhardilla en la calle del Príncipe. Una vez allí se desató una discusión por la duración y el precio del servicio. Pinto se negó a pagar lo acordado, mientras que el procesado, según la sentencia, solicitó el dinero convenido. Los vecinos aún recuerdan los gritos.
Pinto, entonces, exigió a Mbaye que abandonara la casa. El chapero, sin embargo, reaccionó violentamente y empujó al peluquero contra la pared, luego le propinó una patada en la cara y le golpeó la cabeza con un objeto contundente. Juan Carlos Pinto, hombre cuyos amigos consideraban incapaz de pegar a nadie, comenzó a sangrar a chorros. Empezó a fallarle el sentido. Mbaye, para que no pudiera salir a pedir ayuda, le ató las manos a la espalda con un trozo de tela verde y enrolló sus pies con un cinturón. Así le dejó hasta verle morir.
El acusado aprovechó para robar un televisor y una cadena de música. Estos frutos de la rapiña fueron descubiertos una semana después por la policía en la habitación del hostal donde se alojaba el senegalés. Su cazadora mostraba manchas de sangre. La sentencia recuerda que Mbaye ya fue condenado con anterioridad por los delitos de hurto, robo y uso público de nombre supuesto. El fallo considera, pues, la agravante de reincidencia. Los magistrados condenan también a Mbaye a indemnizar a los herederos del fallecido con 10 millones de pesetas.
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