Quietecitos hasta las generales
El llamado sector negocios de CiU, los roquistas, el entorno del presidente Pujol, entre el que destaca la influencia de sus hijos, y los socios de coalición de Unió Democrática coinciden en administrar la pérdida de la mayoría absoluta con una conclusión pragmática: quietecitos todos hasta marzo. Las preocupaciones inmediatas de la actuación de Pujol se concentran, en negociar la Mesa del Parlament y la abstención de uno de los dos grupos grandes (socialistas o populares) para superar el debate de investidura. Un trágala que va a complicar la vida política del Palau de la Generalitat.
Mientras el entorno de Jordi Pujol cree que se ha pagado no haber afrontado la renovación, del partido. De un número dos de lista, Macià Alavedra, que ha sido un lastre para Pujol y de haber elegido un mal momento electoral, coincidente con el caso De la Rosa. Para el citado en torno, encantados con la imagen de modernidad, proyectada en la campaña, el resultado del 19-N debe conducir a Convergencia a una imprescindible regeneración. Ésta debería plasmarse a toda velocidad en la lista del Gobierno que Pujol baraje. En el terreno ideológico propugnan una cierta radicalización nacionalista para combatir al PP. El entorno está convencido de poder repetir el gobierno en minoría de 1980 si se encara la nueva etapa.
El sector negocios aparece en estos momentos como el más perjudicado por los resultados de las urnas. De su eliminación pueden hacer causa el resto de los, círculos convergentes que deberán apoyar la acción de gobierno de Pujol e incluso sectores importantes de CiU, en el momento de la introspección poselectoral. En este debate habrá que ver si Miquel Roca mantiene su promesa de dimitir tras las elecciones o si Pujol se decide a hacerle una petición personal en sentido contrario. Por ahora, Roca tan sólo ha aprovechado el resultado para justificar en la intimidad, a balón pasado, su fracaso en las municipales. Fue un anticipo.
Mientras tanto, los socios de coalición objetan sobre todo que Pujol se equivocó haciendo de las autonómicas un plebiscito sobre si era capaz o no de conseguir de nuevo la mayoría absoluta. También consideran un error el adelanto de las autonómicas a las generales, basado en un, exceso de confianza sobre los resultados. En Unió temen acabar pagando ellos las concesiones a terceros del nuevo periplo.
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