La ONCE podrá elevar los premios de su cupón si ayuda más a otros discapacitados
El pulso de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) con el Gobierno para que le permita hacer más competitivo su sorteo, con una subida gradual del precio del cupón y un reparto más atractivo de los premios, cobra su máxima tensión según se aproxima el fin de año y el término del acuerdo de 1991. El Ejecutivo no ha reaccionado oficialmente. Sin embargo, según fuentes cercanas a las negociaciones, está en disposición de aceptar la solicitud a cambio de que la Fundación ONCE elevó su contribución a la asistencia de discapacitados no ciegos, un 3% de su recaudación en la actualidad.
El ultimátum lanzado al Gobierno por el Consejo de la ONCE para que acceda a cerrar las negociaciones sobre el cupón en los próximos Cinco años reinstaura la tensión que ha rodeado siempre la modificación de las reglas de este juego.La ONCE ha retado al Ejecutivo a que se defina y, mientras tanto, ha paralizado sus rotativas. No se trata del primer desafío, por mucho que entre sus gestores figuren militantes del PSOE. En 1987 lanzó sin permiso el cuponazo y tuvo que retirarlo de inmediato. En conversaciones posteriores logró la intervención gubernamental para erradicar un sorteo ilegal de la asociación Prodiecu, de discapacitados videntes a cambio de integrar a los 7.000 vendedores en la Fundación ONCE y comprometerse a dotarla con el 3% de los ingresos obtenidos con el cupón. Cuatro años después, la ONCE volvió a sacar un cupón abono en contra del criterio de Carlos Solchaga. El entonces ministro de Hacienda recelaba de la política especulativa de la organización, dirigida por Miguel Durán. Gracia a la fabulosa fortuna diaria que manejaba, la ONCE se convirtió en poco tiempo en una de los principales grupos finacieros del país.
Finalmente, el 15 de marzo de 1991, la organización alcanzó un acuerdo para fijar en 400.000 millones de pesetas el techo de sus ingresos por el cupón. Pero ahora se queja de su incapacidad para alcanzarlo debido a la caída del atractivo para los jugadores. Así, ha dejado de ingresar 60.000 millones en los últimos años.
La Administración estarís dispuesta ahora a ceder a la peticiónj de la ONCE -elevación a 200 y 250 pesetas del precio del cupón y más flexibilidad en la concesión de los premios menores- siempre y cuando ésta incremente sus aportaciones a la Fundación en el mismo porcentaje en que crecieran sus ingresos. Si los ciegos aceptan esta propuesta, el acuerdo no tardará en llegar, pero .no parece fácil. Se está en vía rmuerta, segun uno de sus portavoces.
La firmeza del Gobierno se debe a que, cada vez recibe más presiones de otros colectivos discapacitados, entre ellos la Confederación de la Coordinadora Estatal de minusválidos Físicos de España (Cocemfe), con un millón y medio de personas. Los cuatro miembros de Cocemfe con representación en la Fundación han dimitido "por no cumplirse el compromiso del 3% y la marginación en la toma de decisiones".
Además, la Administración no tiene claro que la necesidad de aumentar los ingresos de la ONCE se justifique con que sus integrantes hacen jornadas exhaustivas a la intemperie para alcanzar unas ventas rentables. Durante 1994, el único grupo, privado con un monopolio en el juego tuvo una facturacíón de 580.000 millones, algo más de 1.000 diarios.
A primera vista, y dado que se destina a premios sólo el 47,5% y el 52,5%, esa cifra seria más que suficiente para los 55.000 ciegos que se dice que dependen de la ONCE. "De ninguna manera queremos que ese incremento de ingresos vaya a tapar los agujeros de la corporación ONCE, cuyas pérdidas se acercan a los 50.000 millones, ahora que la alegría especulativa de los años 80 es historia", afirman las fuentes consultadas. Con todo, reconocen que el cupón es un producto desfasado que necesita renovarse aunque sea a costa de lo que el Estado recauda por las loterías y las quinielas (un 60% del mercado; 229.980 millones en 1994) a través de la ONLAE, que se opuso a las pretensiones de la ONCE.
Ricardo Gayol, portavoz del grupo Democrático y Progresista de la ONCE y próximo a IU, no comparte la actitud retadora ante el Gobierno. Cree que la mala gestión y la falta de resultados positivos desde 1987 ha causado un fuerte endeudamiento del holding y lamenta la falta de transparencia en las cuentas. En su opinión, los gestores de la ONCE pretenden forzar un acuerdo Y exhibirlo como un trofeo ante unas eventuales elecciones anticipadas.
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