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Tribuna
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Nos queda Portugal

Santiago Segurola

El amplio espectro de la próxima Eurocopa -16 equipos en la fase final- impide la proclamación de un favorito indiscutible. Acuden todos los clásicos, incluida la selección inglesa que se beneficia en estos tiempos de crisis de su papel de anfitrión, y resulta difícil, espigar en busca de un equipo dominante. La impresión es que hay una atomización futbolística que cuestiona el dominio de las viejas potencias. De alguna manera, parece que asistimos a la ruptura de la sociedad de clases: Alemania da signos de decadencia, Italia está enquistada en un agrio debate sobre la figura de Arrigo Sacchi y viejo dinosaurio inglés apntas da signos de revitalización. Por supuesto, las tres selecciones se mantienen en los pronósticos, pero la impresión es que la baraja es muy amplia. Se habla de España, que vive una época dorada por cantidad y calidad, y se espera un excelente ejercicio de Croacia, Francia, Bulgaria y Rusia. Es decir, hay sitio para todos.¿Para todos? Nadie repara en Portugal. La historia más reciente explica este desdén por el fútbol portugués, que no participa en la fase final de la Eurocopa desde 1984 y cuya última participación en la Copa del Mundo se remonta a México 86. Desde les años 60 -cuando el Benfica competía con los mejores equipos del Mundo y la delantera Coluna, José Augusto, Torres, Eusebio y Simoes causaba pavor a las defensas- los portugueses han sido una potencia lateral en el fútbol. Sin embargo, algo se ha movido en la última década. Con una persistencia admirable, sus equipos juveniles han dominado el escenario europeo y mundial. Desde esa plataforma, Portugal ha logrado construir una selección muy competente, con las señas de identidad bien definidas. Se trata de Jugadores de clase, jóvenes en su mayoría, pero con una amplia experiencia en el fútbol internacional. De repente, Portugal se ha convertido en uno de los viveros más solicitados por las grandes ligas europeas. Aquellos muchachos prometedores de los torneos juveniles se han convertido en futbolistas prestigiosos, unidos mayoritariamente por el hilo de la clase y el talento. Se llaman Paulo Sousa (Juventus), Figo (Barça), Rui Costa (Fiorentina) y Peixe (Sevifia). Tienen las condiciones que forjan una quinta: son coetáneos y complementarios. Entre ellos, Sousa piensa, Figo desequilibra, Rui Costa empuja y Peixe trabaja. Son el núcleo de un equipo muy interesante. A siete meses del comienzo de la Eurocopa, nadie concede el crédito que merece a esta selección. Pero en junio nadie deseará vérselas con Portugal, que acudirá al torneo de tapadillo pero con las armas suficientes para ganar el título de campeón.

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