Ún guineano conquista África
La boda-ritmo del cantante llegado del continente que dio nombre a la novia
A a a y y y y e e e, aaayyyyyeee. Con este grito, que significa "estamos aquí", selló el pasado jueves su boda el cantante guineano Baron Ya Buk-Lu, de31 años y sobre el metro sesenta de estatura. La novia es África. Mide 1,80 y tiene 36 años de historia. El amor y un continente los ha unido. "Yo estaba predestinada a casarme con un africano. Parece ser que mi padre acertó cuando me bautizó porque me siento muy identificada con él", dice África, quien le debe su nombre a las andanzas de su progenitor, un militar que estuvo destinado en el Sáhara.Vestida con un traje de boda guineano, una túnica y gorro a juego en seda de color rojo, África señala su parecido con el continente negro. "Soy grande, fuerte y con grandes sentimientos igual que África". Siempre a su lado, de negro de los pies a la cabeza, su marido, a quien conoció hace 28 meses.
En Guinea la boda de Baron Ya Buk-Lu habría durado 12 días. En Madrid, unos minutos en el juzgado, el arroz de la puerta y una fiesta con ritmos centroafricanos que duró hasta bien entrada la madrugada. El novio cantó, bailó y gritó a África. A su mujer, a su tierra y a los suyos. Que no eran otros que algo más de un centenar de guineanos, que corearon y "provocaron" en fang (dialecto que se habla en Guinea y Camerún) a los novios.
"Aaayyyyyeee", gritaban los de una mesa. "Aaayyyyyeee", pero más fuerte, respondían los de otra. Desde el escenario, Baron daba instrucciones: "Es mi boda y quiero que todo el mundo la celebre. A bailar todos". Y a danzar salieron los presentes. "Osimame Ma [Piensa en mí]", cantaba Baron. "Osimame Ma", entonaban los invitados, sin dejar de cimbrear la cintura. La noche empezaba a tomar color. "Que nadie pare de bailar", animaba el novio. Y nadie paró. Tan lejos, pero tan cerca de su tierra.La emoción pudo con los allí presentes, cuando el novio rompió a cantar "Mamá Yeya [Mamá, ¿cómo?]". En ese momento, Dominga, la mujer de más edad de la fiesta, que hacía de la madre adoptiva de Baron, subió emocionada al escenario. Besó al novio y le restregó un billete de 2.000 pesetas por la frente.
"Es una costumbre de nuestr0 continente africano, cuando nos gusta una canción regalamos dinero al cantante", apuntó Juan José, primo del contrayente por parte de padre.
Tampoco faltó a la fiesta Bonko, un personaje habitual en todos los festejos guineanos, que va disfrazado con una máscara, lleva cuernos, adorna su cuerpo con cintas de colores, y en la mano lleva un palo de color rojo.
Todos se unieron a Bonko para bailar el bikut-si, el ritmo tradicional de Camerún, que significa palo contra palo. Para teirminar, y con las lágrimas de todos los ojos a punto de reventar, todos unieron sus voces con el himno familiar, África es mía. Hoy, África ya es de Baron.
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