La semana
No. No puede haber semanas felices. Yo me instalaba en la alegría de Belloch y sus muchachos y muchachas, y en ese abrazo del biministro del biflequillo con López Garrido, el rostro laico de IU. Estamos tan saturados de inútiles noticias que la de un cambio progresista nada menos que del Código Penal, el catecismo más superestructural del poder, apenas si duró un soplo, un fax. Pocas horas después ya estábamos otra vez con la conspiración a cuestas y los financieros modélicos de la modernidad y de Jordi Pujol aparecían oscura, supuestamente conchabados para quitarle la corona al Rey y darle una boina a García Trevijano.Hasta Serra salía de debajo de la cama y se proclamaba virgen y mártir ético de la conjura, mientras Pujol ponía cara de póquer catalán, González de víctima de un tenebroso diario buzón de chantajistas y Aznar de haberse enterado por los periódicos. Aparecieron los mosqueteros con sus bigotes y sus sables afilados dispuestos a no dejar palabra sobre palabra en el arte de defender la Monarquía hasta la última metáfora variante de la del Rey abajo ninguno. A este país le gusta que al menos un santo, aunque sólo sea uno, se quede sin desnudar.
Las encuestas señalan que Jordi Pujol roza la mayoría absoluta y de ese resultado depende la estrategia de las fuerzas políticas de todo el Estado, pero también muy preferentemente la de Felipe González como persona, mientras las derechas no tienen todavía claro de dónde vienen ni adónde van. Por ejemplo, la internacional democristiana les ha propuesto al PNV y a Duran i Lleida, que se entiendan con el Partido Popular. Ya Nerón tenía sus ideas sobre esta gente. Asombrado ante la evidencia de que los cristianos se estaban comiendo a los leones, riñó a su lugarteniente: "Te dije que echaras a los leones contra los cristianos, no contra los demócratacristianos".
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