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"Profundamente avergonzados, pedimos perdón"

Algunos de los jóvenes que seguían desfilando ayer ante la tumba de Isaac Rabin lloraban. Depositaban ramos de flores o encendían velas ante la lápida sencilla y se marchaban silenciosamente pon una amarga resignación impresa en el rostro. No había entre ellos sentimiento visible de venganza contra Yigal Amir, -el extremista judío de 25 años que asesinó a Rabin e intentó cambiar el curso de la historia en Oriente Próximo con tres disparos a quemarropa el sábado pasado.

La memoria de Rabin sigue siendo el foco del apenado homenaje de su pueblo y a ese sentimiento se quisieron sumar ayer los familiares del asesino con una carta penosamente construida con congoja y súplicas. "Una gran tragedia se ha abatidosobre nosotros y el pueblo de Israel con el asesinato perpetrado por nuestro hijo", decía la carta, en cuyo segundo párrafo no era difícil descubrir cuánto trabajo y debate les ha bía costado su redacción.

La palabra "tragedia" salió al rescate: "El aborrecible asesinato ha causado a nuestra familia y al pueblo de Israel una terrible tragedia que ha sacudido los cimientos de la educación y los valores que inculcamos a nuestros, hijos: el respeto al prójimo, el amor al país y a los valores judíos".

No hubo una sola mención a las virtudes que pudo tener Yigal Amir ni la más mínima intención de explicar su desaforada pasión por las creencias ultrarreligiosas que se cultivan en la yeshiva de Herzeliya, la escuela del suburbio de Tel Aviv donde se recuerda al asesino de Isaac Rabín como "un tipo tímido, pero fanático y de tendencias violentas".

"Profundamente avergonzados, de luto, con la cabeza agachada, pedimos perdón a la señora de Rabin, a la familia de Rabin y a todo el pueblo de Israel", decía la carta en ese tono formal e impersonal que adquieren las misivas tras mucha revisión. La intencionada emoción, sin embargo, la dieron los tres signos de exclamación al término de la frase final. "Por intermedio de ésta", se leía, "declaramos nuestro rechazo a todos los actos de violencia. Una vez más, pedirnos perdón y absolución".

Pero en el calabozo de Tel Aviv donde Amir espera ser juzgado no había rastros de contrición. "Estoy satisfecho", fue la expresión del asesino en la confesión del crimen.

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El sábado, todas las sinagogas de Israel recordarán a sus fieles el mandamiento bíblico "No maturás".

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