_
_
_
_
ELECCIONES CATALANAS

Un pensamiento lineal e implacable

El diputado Ribó parece que nunca se acomodó del todo en su escaño de la Carrera de San Jerónimo: se ve que tan sólo usó el borde del asiento, en tensión abocada sobre la tribuna, especialmente si estaba predicando Julio Anguita. Como Pujol, Rafael Ribó tiene el humor prohibido en política: en algo se entienden. Es como si tanta razón contenida pudiese estallar algún día para que los cascotes resultantes fuesen a configurar la propia efigie de Ribó, angulosa, de penetración altiva, tan sólo con un poco menos de aquella dureza expresiva con que Raimon grita sus canciones.El líder de Iniciativa per Catalunya posee un perfil numismático. Su mirada jupiterina puede lanzar reproches profundos a quienes atenten contra la identidad de la izquierda; es decir, los socialistas. Aunque en política no todo es cuestión de ceño, se le ve dispuesto a embestir de frente cada vez que tenga que parecer que se siente defraudado por el Gobierno de la Generalitat. Por el momento, ha encarrilado a ex comunistas y verdes para. que vayan a poner cara de circunstancias si por casualidad suena el Virolai.

Le da mucho juego expresivo a la frente. Su voz abroncada destaca cuando hay que proferir insinuaciones perentorias y graves que podrían alterar la gobernabilidad del pujolismo. De barbilla suave, pero luchadora, fue llamado Neeskens hace unos años pero hoy tiene algo de personaje para la segunda parte actualizada de una novela italiana de los años sesenta, sin que se sepa si para pasar del eurocomunismo a lo que vino después tuvo que perder algún Vietnam.

Puede evocar la, mirada grave (le Enrico Berlinguer perdida en un mar de banderas rojas cada vez que Julio Anguita ve la luz y se mete con los burgueses catalanes. Si. consideramos que su padre oficiaba como secretario de Cambó en el exilio, el Ribó que fue scout y alumno de los jesuitas de Sarriá encarna algún compromiso histórico que hasta ahora nunca tuvo su grand soir, ni tan siquiera una cata de poder real, a la manera de esos grandes degustadores que luego no tienen su lugar en el festín. Así, en las tardes del domingo, uno juega con el viejo sueño de un poder huido, con los despachos vacíos, todo a punto para el asalto al Palacio de Invierno, como aquellas Tullerías despobladas y en silencio cuando Luis XVIII se ha marchado y ya se espera el retorno de Napoleón.

Los aliados verdes son buena gente, pero políticamente ingenuos, estratégicamente

poco dados a la disciplina. A veces un pulso de energía permite, hacer maravillas a la hora de cambiar de rumbo con brusquedad. Además, no todo el futuro de la humanidad irredenta consiste en garantizarla supervivencia de la abubilla -llámese puput-Asambleísta en el pasado, en la actualidad Ribó prefiere las virtualidades operativas del reglamento con el punto de mira en una nueva reunión de la izquierda catalana.

Lleva tiempo esperando el principio del fin del pujolismo pero a lo mejor añoraría todo eso. Sin duda, explicar la especificidad del mapa político de Cataluña a Julio Anguita le ha merecido indulgencia plenaria. Intelectualmente, la pana del PSUC se convenció fácilmente de que creer saber cómo debían ser las cosas equivalía a conseguirlas con, menos esfuerzo que los demás. Luego cayeron los ídolos, los tabernáculos y los dogmas. Ribó fue dando sus pasos adelante y sus pasos atrás.

Podría vérsele algo de constitución de avispa, con su nariz de ventanas vibrátiles y una vocación neogética frente al fundamentalismo de verdes y califas. Se recuerda su pugnacidad táctica en los gloriosos tiempos de penene, aquella categoría histórica de la transición -heroica, para algunos- aunque hoy prácticamente indescifrable, como las alpargatas de Xirinacs o los bocadillos correosos de la Asamblea de Cataluña.

Rafael Ribó alguna vez se ha puesto jeans pero no es probable que le veamos en Disneylandia. A veces ocurre que una coincidencia de tantas condiciones garantiza un pensamiento lineal e implacable. A pesar de todo, troqueló su personalidad política con tenacidad, a, sabiendas de que los de más hacían truco al ponerse el listón.

Tal vez se veía incómodo en el puente ' aéreo y ahora regresa al Parlament, para apuntalar una nueva hornada de diputados con corbatas de gusto dudoso. Ahí Ribó predominará en el debate con su verbo apretado, un catalán sin adherencias, de fluidez más o menos exacta. Será como una, fuerza de reserva, para un futuro que puede ser bastante lejano.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_