Hasta que llegó Caminero
La estrella del Atlético desequilibró un partido marcado por la falta de ambición
Caminero fue providencial para el Atlético. Su salida al campo en el minuto 52 transformó un partido que hasta entonces había estado dominado por el miedo y que parecía destinado al 0-0 inicial. La estrella del Manzanares dio a los rojiblancos la capacidad futbolística y la profundidad e la que hasta entonces habían carecido; y por si no fuera suficiente, de sus botas salió el pase que permitió a Simeone lograr el gol del triunfo.En los 51 minutos precedentes, Atlético y Zaragoza habían carecido de la osadía y valentía necesarias como para afrontar la victoria. Unos y otros se temían y convirtieron el choque en una batalla en la línea medular, que dejó a los delanteros como invitados de lujo. Rojiblancos y aragoneses coincidieron en explotar los aspectos más fuertes de su juego, sin dejar al descubierto sus debilidades, lo que anuló cualquier posibilidad de espectáculo. Aún así, la tensión y la emoción que transmitían las gradas salvaba del más absoluto tedio el choque.
El Atlético recuperaba a Kiko y Simeone, dos de los tres hombres sobre los que se sustenta el equipo de Antic, pero no recobró la línea de juego. Los rojiblancos aparecieron como un conjunto serio, contundente, muy ordenado y sólido de medio campo hacia atrás, pero carente de profundidad, una cualidad exigible a cualquier cuadro que quiera aspirar a luchar por un título. Sus escasas acciones de peligro llegaban gracias a balones largos dirigidos hacia Kiko, el único rojiblanco que mostró peligro. Hecha la apuesta por el control del juego antes que por la creatividad, no le resultó difícil al Atlético parar a un Zaragoza espeso incapaz de llegar al área rival con cierta intención.
Fieles al perfil que ambos conjuntos han dibujado en estos inicios de campeonato, los unos como equipo menos batido y los otros como menos realizador, el destino del encuentro no podía estar lleno de goles. Estaba claro que el equipo que marcara se llevaría el encuentro.
En el primer periodo sólo tuvo cierto interés el primer cuarto de hora, cuando el Zaragoza apretó más. Dispuso de dos ocasiones, una por medio de Nayim -que intentó emular el gol de la final de la Recopa-, y otra de Morientes; pero fueron contrarrestadas por otras dos acciones de Kiko, que en sendos contragolpes pudo adelantar al Atlético.
Y entonces llegó Caminero.
Antic lo entendió a la perfección. Cuando más achuchaba el Zaragoza dio entrada a Caminero, que demostró lo que un jugador es capaz de hacer con un equipo. Ensanchó el campo, dio velocidad al juego atlético y balones a Simneone y Pantic para que dejaran constancia de la capacidad de llegada que tienen. La conclusión fue que los rojiblancos no sólo salieron de la presión zaragocista, sino que se adelantaron en el marcador y dispusieron de sus mejores minutos.
El partido fue otro entonces. El Zaragoza se volcó en busca del empate, pero el cuadro de Víctor Fernández no marca. El contragolpe rojiblanco encontró en esas circunstancias el mejor caldo de cultivo. Con Caminero, aunque resulte reiterativo, como amo y señor de la banda derecha, los atléticos comenzaron a presentarse en el área de Juanmi. El internacional dirigió todas y cada una de las acciones ofensivas de su equipo y entregó balones suficientes como para que sus compañeros hubieran redondeado la victoria.
El Atlético se llevó los tres puntos haciendo lo justo, sin grandes alardes pero con una sobriedad aplastante. Controló el partido y cuando consideró que era el momento apretó el acelerador y obtuvo la victoria que buscaba. El Zaragoza, que ha perdido el crédito de la campaña pasada y da preocupantes síntomas en su juego, cosechó la cuarta derrota en su estadio en lo que va de temporada.
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