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El futuro de Canadá se jugó ayer en Quebec

Algo más de cinco millones de habitantes de Quebec, de un total de siete millones, decidían ayer en las urnas si continuar unidos a Canadá o proclamarse país soberano asociado a la federación alterando seriamente el mapa nacional. En masa, los quebequenses comenzaron a acudir desde las diez de la mañana y hasta las ocho de la noche (dos de la mañana, hora peninsular española) a los colegios electorales en 125 circunscripciones de un territorio de mayoría francófona con el desafío de apostar por el estatuto de nación libre e independiente.

Nadie se atrevía a anticipar un pronóstico a tenor de los datos de las encuestas, que hasta la víspera del voto daban virtualmente empatados a nacionalistas (partidarios del sí) y federalistas (defensores del no). El resultado oficial definitivo se conocerá hoy.La victoria del sí significaría que Quebec y Canadá establecerían una relación de igual a igual, mientras que la del no supondría el triunfo del inmovilismo federal frente al deseo de cambio, según señalaba ayer el diario de lengua francesa Le Devoir, que recomendó al electorado, a diferencia de los otros dos grandes rotativos quebequenses, apoyar las tesis nacionalistas.

Irresponsable e irrealizable fueron, en cambio, las dos palabras más escuchadas del lado del no para definir las aspiraciones secesionistas de Quebec, la provincia más poblada del país, con 200 años de tradición cultural y lingüística francesa que le diferencia del resto de la Federación Canadiense, dominada por la comunidad anglófona, y cuya economía le coloca en el decimoquinto lugar entre las naciones más ricas del planeta.

Todos los analistas daban ayer por garantizado que el referéndum marcaría un hito en la historia de participación electoral de la provincia y del país. Algunos estimaban que sería superior entre dos y cuatro puntos al de la consulta sobre la soberanía de mayo de 1980 (85,6%), en la que los nacionalistas del Partido Quebequés (PQ), del entonces primer ministro René Lévesque, perdieron por 20 puntos. La masiva asistencia a las urnas se consideraba a priori un factor a favor del sí. Sin embargo, la prudencia en los pronósticos era la tónica en los juicios de sociólogos y politólogos, que consideraban clave saber cuál sería finalmente el voto de la población indecisa (aproximadamente un 11%).

Está demostrado por anteriores comicios que la pauta de comportamiento del electorado indeciso quebequense es la de inclinarse al final por una opción que no entrañe riesgo y decantarse en situaciones como las de ayer por posturas no rupturistas y federalistas. Las urnas dirán hasta qué punto influyó en este segmento el temor a un futuro incierto y las diferentes advertencias catastrofistas que los partidarios del no efectuaron, especialmente a principio de la campaña. Eso sucedió hace 15 años, cuando las huestes de Lévesque perdieron el plebiscito de forma imprevisible sólo cuatro años después de que el PQ por él fundado llegara al poder.

Ahora, los nacionalistas sienten que pueden haber tocado el éxito, como confesaba emocionado el domingo por la noche el primer ministro provincial, Jacques Parizeau, en un mitin de cierre de campaña en Longueuil, a las afueras de Montreal, el distrito que representaba Lévesque.

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El veterano dirigente radical, sudando a mares, dijo a una entusiasta audiencia, compuesta notablemente por gente de media edad, que reflexionaran sobre la obra de Lévesque, "artesano del éxito de mañana [por ayer]". Haciendo un último llamamiento al votante indeciso, Parizeau dijo que, si aún no había disipado sus dudas, se interrogara sobre qué haría en su lugar el fallecido político. La respuesta, según él, es clara, porque Lévesque contribuyó más que ningún otro a "provocar en el pueblo quebequés una toma de conciencia formidable".

"El futuro es nuestro"

Esa conciencia ha sido despertada ahora de forma impresionante por el líder del Bloque Quebequés (BQ) y jefe de la oposición en el Parlamento Federal, Lucien Bouchard, quien, bastón en mano debido a la amputación de la pierna derecha a causa de una infección el año pasado, abrazaba el domingo a unos y a otros confiado en el triunfo. Mientras, por la megafonía de una sala repleta y entusiasta atronaba: "Sí, Quebec, sí seremos soberanos. El futuro es nuestro", las primeras rimas de la canción de la campaña del sí.

El movimiento del no confiaba ayer en que el sentido de la responsabilidad y el buen criterio se impusieran al final frente al sueño nacionalista. El jefe del Gobierno federal, el liberal Jean Chrétien, quebequés de origen, exhortaba al patriotismo canadiense, expresado en los últimos días de forma acusada de una a otra parte de la nación con concentraciones populares, vigilias religiosas, caravanas, llamadas telefónicas y una megamanifestación el viernes en Montreal.

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