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EL FUTURO DE CANADÁ

Chrétien asegura que la estabilidad de la nación está amenazada si Quebec vota por la secesión

Todo Canadá vive el referéndum secesionista que celebrará mañana la provincia de Quebec con una pasión inusitada en un pueblo de naturaleza tranquila. Es casi como las vísperas de un trascendental acontecimiento deportivo de carácter nacional. Los federalistas han despertado en la recta final de la campaña el sentimiento patriótico, con manifestaciones gigantescas como la del pasado viernes en Montreal. Los soberanistas insisten en la necesidad de reconquistar el orgullo quebequés, jamás reconocido, según ellos, por el resto de la nación. El primer ministro federal, el liberal Jean Chrétien, ha advertido que la estabilidad está amenazada si se produce un sí a la soberanía de Quebec.

ENVIADO ESPECIAL

No ha habido episodios de violencia, pese a que el debate encendido está en la calle. Las encuestas siguen otorgando una ligera ventaja al sí a la soberanía, pero nadie aventura un pronóstico claro."Oui et ça devient possible" ("Sí, y lo hacemos posible"). Los promotores del referéndum a favor de la soberanía de Quebec están convencidos de que mañana por la noche podrán celebrar la victoria. "Pedimos respeto a nuestra identidad histórica, cultural y lingüística. Sin duda, un Quebec, soberano podrá establecer mejores relaciones con el Canadá anglófono'', machaca una y otra vez el líder del Bloque Quebequés (BQ) y gran promotor de la consulta popular, Lucien Bouchard. No lo creen así los partidarios del no y defensores acérrimos del federalismo. Tachan a Bouchard de ingenuo, y algunos también de farsante. El jefe del Gobierno federal, el liberal Jean Chrétien, asegura que la estabilidad del país está amenazada si los quebequeses se pronuncian a favor de las tesis secesionistas.

Son auténticamente irresponsables; se aprovechan de la buena fe de mucha gente que no comprende bien qué se esconde detrás de la ambigua pregunta del referéndum", sentencia el liberal John Ciaccia, que fue ministro de Exteriores de la provincia hasta la derrota de su partido en las elecciones provinciales de hace un año. Los comicios llevaron de nuevo al Gobierno al Partido Quebequés (PQ) de la mano de Jacques Parizeau, un nacionalista radical más proclive a una separación pura y dura que Bouchard. Ciaccia no es muy generoso al enjuiciar a este último. Lo, define como "un camaleón", hoy nacionalista, ayer conservador y anteayer liberal.

La pregunta a consulta es de lo más alambicado. No podía ser de otro modo, a menos que el frente del sí se arriesgara a sufrir una derrota de proporciones semejantes a la de 1980 (20 puntos). "¿Acepta usted que Quebec se haga soberano después de haber ofrecido formalmente a Canadá una nueva asociación económica y política?". ¿Significa la propuesta que si triunfa el sí habrá, a partir del próximo martes, un nuevo país llamado Quebec? No, por el momento.

Los partidarios del sí subrayan que abrirán negociaciones con el Gobierno federal con objeto de alcanzar, en el plazo de un año, una asociación económica y política con Canadá con el fin de que los quebequeses disfruten de la doble ciudadanía, de la misma moneda (el dólar canadiense), establezcan instituciones comunes e incluso continúen beneficiándose del Tratado de Libre Comercio que el país tiene suscrito con Estados Unidos y México. Hablan de una unión aduanera, de una libre circulación de personas, mercancías y capitales, así como de la creación de un Gobierno y Parlamentos bilaterales en los que Quebec tendría una representación del 25%, de acuerdo al tamaño de su población, pero negociaría a partes iguales con el resto de la Federación Canadiense que componen otras nueve provincias y dos territorios.

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El proyecto de ley sobre el futuro de la provincia que se somete a la consulta popular de mañana contempla la posibilidad de que el Parlamento quebequés proclame unilateralmente la soberanía en cualquier momento si no se logra antes un acuerdo de asociación con el resto de Canadá. Bouchard sería el encargado de llevar a buen puerto las negociaciones sobre la asociación con Ottawa. Está convencido del éxito, aun cuando confiesa que los primeros años "serán muy duros", porque Quebec tendrá que renunciar a la suma elevada que percibe anualmente de subvenciones estatales.

Tendrá que cumplir al mismo tiempo con las obligaciones del pago de la abultada deuda federal (431.000 millones de dólares), de la que la provincia acarrea casi una quinta parte. Quebec es rica en recursos minerales y energía, con una economía destinada en más de las dos terceras partes a la exportación de alta tecnología. Nadie sabe qué sucedería si se declarara independiente.

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