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Novatadas

Octubre, Mes de las novatadas en los colegios mayores. Polémica servida. Unos cuantos chavales abandonan el colegio Jiménez Cisneros, hartos de soportarlas. El vicerrectorado de la Universidad Complutense notifica y recuerda a los residentes que las novatadas están prohibidas. Se toca el tema en el programa de Iñaki Gabilondo en la cadena SER y en cinco minutos las ondas se inundan de testimonios.Una madre de alumno del Cisneros habla del Transiberiano, que consiste en someter a duchas frías a los novatos a cualquier hora, generalmente por las noches, y de su colorida versión de que en vez de agua se llena la bañera de tinta, se tira una moneda y el novato desnudo debe encontrarla. La señora recuerda horrorizada el Humillo, por el que un veterano llama a un novato, lo pone de rodillas y le da un golpe en la nuca. Tampoco tiene desperdicio obligar a los novatos a coger una pelota de papel aluminio con el culo, o la Cisneriana, recorrido terrorífico por 5-10 duchas de diferentes habitaciones.

El director del colegio, Ignacio Torres, promete una investigación y desmiente los hechos (¿dónde he oído yo esto?), remitiéndolos a otras épocas, cuando las novatadas no estaban prohibidas. Los veteranos se defienden, manteniendo que "es una manera de conocerse. A un colegio mayor no se viene sólo a estudiar, se viene a integrarse con la gente".

Un damnificado asegura haberlo denunciado a la Complutense, que a fecha 10 de octubre afirma no haber recibido ninguna protesta. Poco más o menos, la historia de todos los años.

Yo estuve en un colegio mayor (hace pocos años. ¿O ya son muchos?). Fui testigo de muchas novatadas: las inevitables duchas, el novato cantor (se cogía a un novato, se le llevaba al bar del colegio, se le subía a una silla desde donde debía cantar mientras un grupo de veteranos jugaba al mús), el novato cenicero (se salía de copas y se llevaba a un novato con la mano extendida donde el veterano echaba la ceniza de sus cigarrillos), el novato mayordomo, el novato detenido (tres ex alumnos acudían al colegio vestidos de maderos almodovarianos y practicaban una detención ficticia) y unas cuantas más. Muchas divertidas, algunas no tanto.

Novatos que se integraron y unos pocos que no lo superaron. Por muchas prohibiciones más o menos taxativas, es evidente que tales prácticas se mantienen, y el debate se repite inevitable en estas fechas.

Las novatadas no son intrínsecamente rechazables, como tampoco lo son las inocentadas, las fiestas patronales o los encierros. Y no son exclusivas de los colegios mayores. Ahí está el servicio militar para corroborarlo. O las bromas a los nuevos en la oficina, o la broma al novio en su despedida, o el trabajo adicional que deben realizar los novatos en los equipos deportivos (llevar los balones, las bolsas, poner el baño al veterano, etcétera).

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El problema radica en que por tradición (tiemblo cada día más con este concepto, el mismo por el que se reclaman y exigen supuestos derechos que nos acercan al hombre de las cavernas) se otorga poder a cierto sector (los veteranos) y los coloca en un plano de superioridad con respecto a otro (los novatos).Y ya se sabe cuando unos son yunques y otros son martillos.

Si estamos hasta el cuello de asuntos políticos en los que el abuso de poder es seña de identidad, qué no ocurrirá dentro de un colegio mayor cuando por una mera cuestión de veteranía uno puede pisotear moralmente a otro con el beneplácito de la tradición.

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