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Vallecas viaja al paleolítico

Cuarenta escolares fabrican su 'carné' biológico en el Museo de Ciencias Naturales

Ana Alfageme

ANA ALFAGEME Dejaron el pupitre y el encerado del colegio público Concha Espina ayer mañana, el aire de Vallecas, la rutina de las clases. Se montaron en un autobús, y una hora después habían llegado a la Edad de Piedra. Cuarenta y cuatro es colares de 6º y tres profesores vivieron ayer por la mañana una aventura dibujada entre los grandes edificios de la Castellana, primero, y después, entre siluetas de animales prehistóricos.

El Museo de Ciencias Naturales, ubicado frente a Nuevos Ministerios, les abrió sus elegantes puertas a los chavales para, a través de dos talleres, convertirles en cavernícolas y enseñarles a elaborar su carné de identidad biológico, una manera de observar las diferencias étnicas y raciales desde el punto de vista de la integración.

Francisco de Blas, de 40 años, el inventor de los talleres que hoy comienzan en el museo, director de exposiciones, observó ayer, tras sus gafas de concha cómo los chavales, casi todos de 11 años, llegaban inquietos: "Algunos de ellos no habían pisado el centro de Madrid nunca", recuerda De Blas, "pero acabaron sofronizados por los talleres". Hubo tiernas anécdotas: Ángel Soria, uno de los tres profesores que acudió al experimento, sorprendió a una cría frente a una figura de un toro de lidia diciendo: "Éste es mío". La niña se llamaba Lidia y hubo que explicarle que no, que no le pertenecía el animal. Había al menos cinco críos de origen extranjero, chavales gitanos, una muestra de la variedad del barrio, que está al lado del Centro de Refugiados. "Viven la diferencia étnica a diario con sus compañeros de pupitre", comenta Soria. Así, en el taller Todos iguales, todos diferentes, una cría de 11 años de la ex Yugoslavia, que vive con su madre en Madrid desde hace dos años, fue pareja de Beatriz, de 10 años, una chiquilla de Vallecas de toda la vida, hija de un cerrajero.

Anotaron ambas en un carné biológico su color de ojos, de pelo, la altura, el espesor de la piel, el lóbulo de la oreja o las huellas dactilares. Las dos, morenas, de ojos castaños... ."Las diferencias eran que Melisa era de otro país y más baja", comentaba Beatriz con desparpajo. "Mola un montón", dijo Melisa, aspirante a actriz, Beatriz, que quiere ser veterinaria, se impresionó Con el mamut y el ñú. En el taller ¡Soy un picapiedra!, Melisa se convirtió, con un disfraz de piel de tigre, en una pequeña cavernícola: pintó una piedra y un refugio y bailó una danza ritual. Beatriz pintó unos amuletos que olvidó en el museo. Pero nunca se olvidará de la aventura de ayer.

Talleres. Museo Nacional de Ciencias Naturales (José Gutiérrez Abascal, 2, metro,Nuevos Ministerios, 56186 00). Hasta junio. Gratis con la entrada. Por orden de llegada, hasta 25 miembros. Hoy 11.30: Todos iguales, todos diferentes; 12.15: Dentro del ojo; 13.00: ¡Soy un picapiedra! y La cara oculta.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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