¡Mi caaaasa!
La primera noticia reconfortante que me recibe, a mi regreso de Buenos Aires, y en la que me sumerjo como una orca en celo, es que la belleza y serenidad de Isabel Preysler tienen no sólo una explicación, sino que, inclusive, Ella ha pagado un duro precio por ser la que es. O sea: entrevista en Diez Minutos con el ex chófer peruano de la Bella Inodora y el sobrio último consorte. Si es cierto lo que el antiguo empleado cuenta, aparte el detalle de los parcos sueldos y la aún más parca comunicación señora-sirvientes -lo que, a mi entender, justificaría cualquier traición posterior-, nos hallamos ante el porqué de tanto derroche de cuartos de baño en la mansión que comparten.Resulta que Ella, entre otras actividades intelectuales, practica la de ingerir varias veces al día tres clases de hierbas laxantes, lo que deja en mantillas todo anuncio de kellogs con fibra. Además, Ella sólo lee prensa del corazón y ve televisión, siendo su programa predilecto, precisamente, Corazón, corazón. Mientras se informa, Ella hace punto de cruz.
Procesado lo anterior y entendido el espíritu de sacrificio que algunas mujeres ejercen para no defraudar a sus admiradores, me quedo como más conformada con ser fea aunque, en mis tiempos, resultona, y entrégome a la lectura de la prensa cotidiana para ponerme al día. Miren: para qué les voy a contar. La verdad es que, en síntesis, sólo me interesa la extensión labial del socialista electo en Portugal, nueva versión del Oráculo de Belfos, poseedor de un morro a cuyo lado el de Felipe es una miniatura de la dinastía Ming. Confío en este caballero para que estreche los lazos entre los países vecinos, pues capaz le veo de practicar el sexo oral, simultáneamente, con una señora de Parla y otra del Algarve.
¿Mi caaasa? Augh.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.