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PORTUGAL CAMBIA DE CARA

Los socialistas portugueses confían en gobernar comodamente pese a no tener mayoría absoluta

El próximo primer ministro de Portugal, el socialista Antonio Guterres, no gozará de mayoría absoluta en la Asamblea de la República. Pero no le va a hacer falta. El descalabro electoral del Partido Social Demócrata (PSD), que estrenaba como líder a Fernando Nogueira tras la salida de Aníbal Cavaco Silva y que ha perdido un millón de votos, deja la oposición parlamentaria muy fraccionada. Los tres grupos de la oposición necesitarían unirse para censurar al Gobierno socialista. Pero Guterres se ha comprometido a no dejarse cegar por el éxito al valorar la mayoría relativa como una garantía de diálogo.

"Tener mayoría no significa tener siempre razón", afirmó Antonio Guterres -un ingeniero de 46 años, casado y con dos hijos- en su primera comparecencia ante la prensa la noche del domingo. Con el 97% del voto escrutado, los socialistas obtuvieron el 43,85% de los sufragios, lo que les vale 111 escaños, a tan sólo cinco de la mayoría absoluta. Guterres dijo que intentará que "la sociedad civil se implique" en el Portugal de fin de siglo, y se comprometió al diálogo como método de gobierno "para que los portugueses se reconcilien con la política nacional".Prometió, además de diálogo, poner fin a la arrogancia, el clientelismo y los abusos en los que había caído, en los últimos años, la mayoría que sustentaba al Gobierno de Aníbal Cavaco Silva; el mismo Gobierno que, visto desde un prisma positivo, ha pilotado una década de crecimiento y progreso en Portugal. Guterres, junto a sus promesas de moderación, adelantó que no se trata de poner lo todo patas arriba, sino sólo de corregir excesos, de un lado, y es casez, de otro.

Los excesos se concentran en lo que los portugueses llaman el Estado naranja, con un juego de palabras que resume la confusión entre los intereses del partido naranja -apodo con el que se conoce al PSD porque ése es uno de sus símbolos- y los intereses del Estado. La escasez aparece por haber olvidado las brechas de desigualdad y pobreza que abre la senda del crecimiento económico, sobre todo cuando un país siente la urgencia de acelerar la marcha y tomar la vía rápida.

Compromisos electorales

En todo caso, si el Partido Socialista dejase a un lado, durante su mandato, todos estos compromisos, difícilmente la oposición podría llamarle la atención. Sólo podrá hacerlo, como ha probado este domingo, la mayoría del pueblo portugués en las próximas elecciones legislativas.La composición parlamentaria que han diseñado las urnas en Portugal el 1 de octubre obliga a los tres grupos de oposición -el PSD, el conservador Partido Popular (PP) y la izquierda marxista del Partido Comunista Portugués (CDU-PCP)- a unirse para oponerse a cualquier decisión del futuro Gobierno. El PSD obtuvo el 34% de los votos (85 escaños); el PP, el 9,08% (15 escaños) y la CDU, el 8,61% (también 15 escaños), por lo que únicamente unidos pueden vencer a la mayoría casi absoluta obtenida por el partido del puño y de la rosa (que en Portugal forman parte de la simbología socialista por separado, con la excepción de las Juventudes Socialistas, que muestran un emblema muy similar al del PSOE).

Y los dos partidos situados a la derecha del socialista ya anunciaron la noche del domingo que realizarán una oposición constructiva. Mientras, a la izquierda, y tras perder dos de los 17 diputados que tenía en 1991, el PCP prefería hablar de su consolidación como depositario de las esencias de la izquierda marxista. Los comunistas pidieron el voto para obligar a pactar a los socialistas un "verdadero" cambio. Ofrecieron para ello un rostro joven de formas moderadas, Carlos Carvalhas, como contrapunto al octogenario líder del comunismo portugués, Álvaro Cunhal, que tiene garantizados los votos de sus incondicionales.

El nuevo Gobierno portugués podría en teoría ser monocolor, aunque Guterres dijo a EL PAÍS que contará con personalidades relevantes ajenas a un partido que, tanto o más que el PSOE, tiene vocación centrista con sensibilidades de izquierda. Sin el voto del centro, además, los socialistas no habrían podido captar la mayor parte de ese millón de sufragios que perdió el domingo el mismo PSD con el que Cavaco Silva había revalidado en dos legislaturas, 1985 y 1991, el respaldo de más de la mitad de los votantes.

El domingo, en cambio, los descontentos con el PSD que no encontraban hueco en el centroizquierda del PS buscaron un lugar a la derecha; y lo encontraron en el PP, que encabeza Manuel Monteiro, un político con sólo 33 años que afirma tener una "ambición ilimitada".

[El presidente del Gobierno español, Felipe González, expresó ayer su satisfacción por la victoria de los socialistas portugueses, aunque advirtió que no era partidario de extrapolarlos a España. "Cada país decide su propio destino por su cuenta", argumentó González.]

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