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Un matrimonio demasiado pobre para obtener un piso público decide ocuparlo.

Un matrimonio con sus seis hijos y la madre de ella ocupó el sábado pasado ilegalmente un piso del Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima, depende de la Comunidad) en Tres Cantos (24.000 habitantes). La pareja, en paro, no ha podido acceder a un piso para pobres porque sus ingresos anuales son demasiado bajos. Agentes de la policía local y de la Guardia Civil intentaron desalojarles. Fracasaron.

Graciela Torres y José Luis García confiaban desde 1992 en que tarde o temprano un organismo público les facilitaría por caridad, un techo donde vivir con sus seis hijos y la madre de ella. Han llamado a todas las puertas y escrito a todas las instituciones: a la reina doña Sofía, al alcalde de Madrid, al Defensor del Pueblo e incesantemente al IVIMA, cuyo máximo responsable es Luis Eduardo Cortés (PP), consejero de Política Territorial, y al Ayuntamiento de Tres Cantos.Nadie les ha ayudado, por eso después de ser expulsados por impago de la casa en la que vivían de alquiler, compartida con otras dos familias, se decidieron, el sábado pasado, a ocupar ilegalmente un piso público, situado en el centro de Tres Cantos.

Ahora quieren hacer público su problema y gritar hasta que alguien se atreva a leer de nuevo su expediente, dormido en el Ivima y en los servicios sociales del Ayuntamiento.

Según Graciela, los dirigentes municipales les han dado falsas esperanzas durante meses para acabar trasladando su problema al Ivima. A su vez este organismo achaca la falta de solución al Ayuntamiento. "Allí me dijeron que la alcaldesa no quiere que se ocupen los nueve pisos libres con gente pobre si no que vuelvan a adjudicarse con los baremos de siempre, los que nosotros no podemos cumplir".

Del Ivima al Ayuntamiento y del Ayuntamiento al Ivima, el matrimonio ha insistido en que debe haber una vivienda social para quien no puede pagar un alquiler.

Como se han estrellado con la incomprensión, han tomado medidas para dar un techo a sus hijos: ."Nos vamos de okupas en contra de nuestra voluntad", manifiestan.

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Prueba de sus paseos infructuosos es la carpeta repleta de inútil documentación que muestran. O no han llamado a la puerta oportuna o no ganan suficiente dinero para acceder a los pisos destinados a los más pobres. Son más pobres que los más pobres; ése es su principal problema, según les dicen en las ventanillas a las que acuden.

Así lo demuestra la carta que recibieron cuando reclamaron por no encontrarse en la lista provisional de los últimos adjudicatarios de pisos del Ivima, fechada el 7 de marzo de este año.

La respuesta administrativa a la solicitud de una vivienda social fue: "La base imponible de su declaración de la renta de 1993 asciende a 427. 346 pesetas, cantidad insuficiente, cuando es exigido 1.229.130 pesetas".

Integrados en tres Cantos

La pareja no quiere marchar de Tres Cantos, pues consideran que sus hijos están aquí integrados. En los últimos tres años, Graciela ha trabajado de empleada del Hogar en varias casas de la ciudad. Por culpa de la burocracia y tener que acudir a numerosas citas con funcionarios ha sido despedida de más de un empleo, según confiesa. Ahora, Graciela confía en conseguir un trabajo como cocinera en un restaurante de la localidad, aunque todavía no lo tiene confirmado.José, de 27 años, joyero de profesión, no ha rechazado ninguna de las chapuzas que se le han presentado en la construcción. Pero sigue en el paro. El Ayuntamiento de Tres Cantos, a través de la asistente social, también ha ayudado al matrimonio: les ha otorgado becas para el comedor escolar de sus hijos. Aun así, a la pareja le llegó un momento en el que no pudo pagar el alquiler donde residían con otra familia y fueron desahuciados.

A la familia de Graciela le apoyan 39 firmas más de vecinos que solicitaron una vivienda social, que no la consiguieron y que no se explican por qué aún existen pisos vacíos.

José justifica su conducta en la necesidad: "Somos buena gente y no he levantado una cerradura por capricho, sólo quiero un techo para mis niños", manifestaba con la esperanza de trabar amistad con sus nuevos vecinos.

Su mujer, más fuerte, confía en que alguna de las instituciones responsables pueda ayudarles en breve. Mientras espera, enseña orgulIosa un recorte de prensa con la foto de uno de sus hijos recién nacido en brazos del desaparecido alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún. "La prensa y la televisión fueron testigos de cómo este alcalde prometía que a mi hijo no le faltaría un techo ni estudios por ser el primer niño nacido en esta década en Madrid" añadió Graciela.

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