Una banda mata a siete policías en el Estado mexicano de Guerrero

La muerte ha vuelto a irrumpir en Guerrero, uno de los Estados más pobres y violentos de México, donde siete policías murieron el sábado acribillados y otros tres resultaron gravemente heridos. Los primeros informes policiales atribuyen la responsabilidad del hecho a una de las bandas criminales que operan en la zona. Estos asesinatos se suman a la escalada de inestabilidad que azota al Estado desde que, a finales de junio, 17 campesinos fueran asesinados en circunstancias que arrojaron una sombra de sospechas sobre el gobernador, en la actualidad sujeto a investigación. Las primeras investigaciones oficiales apuntan que los siete policías perecieron en un enfrentamiento entre una patrulla de la Policía Motorizada (antidisturbios) y una banda de delincuentes, en las inmediaciones del pequeño municipio de Ajuchitlán del Progreso. Estos crímenes contribuyen a ensombrecer el ya de por sí cuestionado Gobierno de Guerrero, en un momento en que se enfrenta a una ola de descrédito por la incapacidad demostrada para aclarar las casi dos docenas de asesinatos producidos en los dos últimos, meses. Un descrédito que parece no tener fin en vista de las duras críticas del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (con fuerte presencia en este Estado), que responsabilizó al Gobierno estatal de la matanza de los campesinos a finales de junio, y que ha visto reforzada su acusación con la insólita intervención de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que, en un demoledor informe, logró la destitución de 20 funcionarios.

Estas presiones mantienen en jaque al gobernador Rubén Figueroa, considerado, en medios políticos mexicanos como uno de los adalides del autoritarismo vinculado a la vieja guardia del sistema político.