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Pujol se dispone a convocar elecciones en Cataluña para el 19 de noviembre

C. PASTOR / L. MAURI, Jordi Pujol firmará mañana, casi con toda seguridad, el decreto de disolución del. Parlamento catalán y convocará elecciones para el 19 de noviembre. Fuentes de la cúpula de Convergéncia, el partido de Pujol, daban ayer por hecho que el presidente catalán despejará de este modo la incógnita que pesaba sobre el calendario electoral. Medios gubernamentales en Madrid confirmaron ayer mismo esta información, después de que Pujol insinuase durante su viaje a Estados Unidos, que concluyó ayer, que los comicios serán en noviembre. Al fin y al cabo, ésta era la idea original del presidente catalán, reforzada por la constatación de que Felipe González no está dispuesto a celebrar las generales en otoño.

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Pujol no formalizará su decisión hasta mañana mismo, después de hacer las últimas consultas con su partido y sus aliados de Unió, amén de comunicarlo a su Gobierno. Las direcciones de CDC y de UDC se reunirán probablemente mañana por separado. En cuanto a Ejecutivo catalán, Pujol oirá la opinión de sus miembros, como es preceptivo, antes de firmar el decreto de disolución de la Cámara catalana.Ayer por la mañana, a su llegada a Barcelona procedente de la ciudad estadounidense de Miami, Pujol se negó a responder a ninguna pregunta relativa a la convocatoria electoral. Sólo reiteró que ya tiene decidido cuándo convocará los comicios.

Altos dirigentes nacionalistas expresaron ayer a este diario su profundo convencimiento de que el presidente catalán convocará mañana las elecciones para el 19 de noviembre. Todos los partidos de la oposición en Cataluña también están convencidos de que las elecciones serán en esa fecha, y con esa idea han puesto a trabajar ya a sus respectivas maquinarias electorales. En el Parlamento autónomo, la práctica totalidad de los diputados da por hecho que el pleno que celebraron esta semana ha sido el último de la legislatura. El propio presidente de la Cámara catalana, Joaquim Xicoy, de CiU, inició el viernes pasado los preparativos reglamentarios previos a una eventual e inminente disolución.

La última encuesta

Las últimas encuestas de que dispone Pujol le son tan favorables que no acaba de creérselas del todo y prefiere leerlas a la baja. No se trata tan sólo de una táctica para que sus votantes no se relajen. Pujol desconfía de los sondeos, máxime cuando se han equivocado en ocasiones anteriores: en las pasadas municipales, con la candidatura de Miquel Roca a la alcaldía de Barcelona, sin ir más lejos, aunque en aquella ocasión parece cierto que CiU también disponía de algunos sondeos que vaticinaban la derrota nacionalista en la capital de Cataluña.

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Ayer, a su regreso a Barcelona, Pujol encontró sobre la mesa una última encuesta que le ayudará a tomar mañana la decisión definitiva. Sólo un vuelco espectacular en las previsiones anteriores podría disuadirle de convocar a los catalanes a las urnas para noviembre.

"A lo mejor las adelantamos [las autonómicas] un poco, para facilitar que se resuelva la temática española", había dicho Pujol el pasado domingo al llegar a Washington. Estas declaraciones indujeron a los portavoces parlamentarios de CiU en Madrid y Barcelona, Joaquim Molins y Raimon Escudé, respectivamente, a abonar públicamente la idea de que las elecciones serán el 19 de noviembre. Pujol se apresuró a desmentirles desde Estados Unidos, pero sin demasiado énfasis. Un colaborador del líder nacionalista enjuició así la situación: sería ridículo que el presidente de la Generalitat confirmara desde el extranjero él anuncio de unos subordinados suyos.

Cuando Pujol firme mañana, como todo parece indicar, el decreto de disolución del Parlamento autónomo, lo hará en contra de la opinión de buena parte de los dirigentes de su partido y de la mayoría de sus socios de Unió.

Éstos eran partidarios de apurar al máximo la legislatura autonómica y celebrar elecciones en marzo o en la primera quincena de abril, pero siempre después de los comicios legislativos. Argumentaban los partidarios de esta opción que quien primero dé la cara recibirá la primera y más fuerte bofetada y que para CiU lo primero es el Parlamento catalán, donde puede perder la mayoría absoluta de que goza desde 1984.

Tres consideraciones

Pese a estas razones, en el ánimo de Pujol han pesado otras consideraciones.

Primera: CiU no puede apurar tanto el calendario sin arriesgarse a que las elecciones generales y las autonómicas acaben solapándose, posibilidad de la que los nacionalistas no quieren ni oír hablar.

Segunda: si el PP gana las legislativas y accede al poder, meses después conservaría un estado de gracia y tendría una presencia tal en los medios de comunicación que le haría uncontrincante muy peligroso en las autonómicas.

Y tercera y más importante: si el líder del PP, José María Aznar, no lograse la mayoría absoluta en el Congreso, la presión sobre CiU para que apoyara la investidura del líder conservador contaminaría la campaña electoral catalana hasta extremos insoportables para los nacionalistas. En este último supuesto, el electorado y la militancia de los dos partidos integrados en CiU podrían dividirse entre partidarios y contrarios de la colaboración con el PP, con el consiguiente riesgo para la coalición nacionalista.

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