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De Costa Polvoranca a Costa Villalba

Fue una buena idea que resultó perversa. Sacar los bares a la periferia -a polígonos industriales o a las vías de servicio de las carreteras- debería servir para silenciar los cascos urbanos, donde los vecinos viven y duermen. Así lo pensó en 1992 el Gobierno socialista de Alcorcón (144.850 habitantes) cuando nació Costa Polvoranca a 400 metros del dormitorio privado más cercano.El polígono de copas de Alcorcón llegó a albergar 57 locales en los que se concentraban en sus mejores noches unas 15.000 personas. Pero los problemas no tardaron en aparecer. Los autobuses que unían Alcorcón con Madrid y Móstoles sufrían los fines de semana los desafueros de los jóvenes: roturas de cristales, vomitonas y agresiones a los empleados. Al final, los autobuses dejaron de pasar por el polígono. Tampoco se libraban los vecinos de residencial Igueldo. A pesar de estar a medio kilómetro de la costa, sufrían ruidos y destrozos en el mobiliario urbano y en sus vehículos. Pero Costa Polvoranca murió tras el asesinato de un vecino de la localidad, Ricardo Rodríguez, de 20 años, a manos de un grupo de cabezas rapadas el 21 de mayo. Desde entonces acude menos gente y bastantes locales han cerrado. El efecto inmediato: los ruidos han llegado al casco.

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Pero mientras la costa de Alcorcón muere, la de Collado Villaba (33. 600 habitantes) está de moda. Miles de jóvenes se agolpan cada fin de semana en la veintena de locales que se levantan junto a la vía de servicio de la N-VI. El Ayuntamiento reconoce que esta aglomeración provoca problemas de tráfico y ruido. "Viene gente de toda la sierra y hasta de Madrid. Costa Villalba es uno de los lugares de moda de la región", afirma Carmen Rodríguez, concejal de Servicios Sociales, del PP. La costa ha supuesto horas extras a la Policía Municipal y a la Guardia Civil.

Además, existe un problema administrativo. El Ayuntamiento editó ayer un bando pidiendo a los comercios, industrias y locales de copas que pongan en orden sus licencias de apertura. "Impondremos sanciones si en el plazo de dos meses no han regularizado su situación", comenta Rodríguez. Rodríguez asegura que Villalba está saturada ya de este tipo de establecimientos y que actualmente es muy complicado lograr una licencia municipal para abrir un local nuevo. "Imposible no es, pero difícil sí", termina la concejal.

Móstoles (199.000 habitantes) ha probado también la experiencia. El municipio tiene una pequeña concentración de bares -la minicosta- junto a la urbanización Princesa, cuyos vecinos han denunciado reiteradamente los incumplimientos en el horario de cierre, así como el ruido que los más de 4.000 jóvenes organizan en sus concentraciones nocturnas durante los fines de semana.

Han elaborado esta información Francisco J. Barroso, Susana Moreno y Vicente G. Olaya.

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