La delegada del Gobierno pide a los alcaldes que veten los polígonos de copas
No más costas Polvoranca. La delegada del Gobierno en Madrid, Pilar Lledó, tomó ayer el guante que le lanzó el consejero de la Presidencia, Jesús Pedroche, para poner coto a los polígonos de copas como el de Costa Polvoranca, en Alcorcón (145.000 habitantes), donde murió el pasado 21 de mayo Ricardo Rodríguez García, de 20 años, supuestamente asesinado por cabezas rapadas. El Gobierno regional de Alberto Ruiz-Gallardón (PP) propuso ayer en la cumbre de seguridad -en la que estuvieron concejales y diputados regionales de la oposición y del Gobierno- esa fórmula para evitar la propagación de la violencia urbana en Madrid. "Los alcaldes, con la intención de quitarse un problema de ruidos y molestias en el casco urbano, pueden promover la creación de este tipo de espacios de ocio que provocan inseguridad ciudadana. Habría que buscar una fórmula para evitarlo", arguyó Pedroche.
Lledó aceptó la idea y recordó su etapa de gobernadora civil en La Coruña, cuando se enfrentó a un problema similar y lo resolvió con los alcaldes. A los regidores madrileños les convocará la semana próxima e intentará convencerles de que no concedan licencias para bares fuera de los cascos.-
La delegada dedicó la mañana (de las 10.00 a las 15.30) a negociar estrategias contra la violencia urbana. Para hacerlo invitó a representantes de los gobiernos del Ayuntamiento y de la Comunidad, del PP, y a concejales y diputados de la izquierda. Los sentó junto a los jefes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil.
Lledó se refirió con preocupación a los episodios violentos vinculados a los encierros taurinos ocurridos la semana pasada en Móstoles y Fuenlabrada. La delegada atribuye el asalto al Ayuntamiento mostoleño y la agresión a periodistas en Fuenlabrada al "ambiente general de crispación", al aprendizaje de la violencia en las películas y a la falta de valores.
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Almendros argumentó que ningún dueño de una armería se arriesga a sanciones durísimas por vender una pistola a un rapado. Cuando se le recordó la existencia de un mercado negro, tanto de armas como de droga, Almendros negó que ese comercio ilegal fuese relevante. Sí concedió trascendencia a la venta de otras armas blancas, cuya tenencia está prohibida pero no es un delito, de modo que sólo puede dar lugar a una sanción administrativa.
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