"Tenemos que dejar de ser el policía del mundo
Con 46 años de edad, Bill Richardson confía en tener una carrera política suficientemente larga como para ver a un hispano en la presidencia en Estados Unidos -"quizá en el plazo de 20 años", pronostica, optimista-. Por el momento es el hombre mejor situado para alcanzar esa proeza. Richardson, hijo de mexicana y nieto de vascos, es uno de los mejores amigos de Bill Clinton en Washignton, uno de los más activos miembros del Congreso norteamericano y una de las principales bazas de futuro del Partido Demócrata.Su papel y su fama han crecido en los últimos meses, gracias a sus gestiones personales para resolver algunos de los problemas de la política exterior de la Administración. La última de ellas, y la de mayor resonancia, fue su mediación ante Sadam Husein para conseguir la liberación, el pasado mes de julio, de los dos norteamericanos presos en Irak. Pero antes había actuado, también con éxito, para obtener concesiones del Gobierno de Vietnam en la investigación de los desaparecidos en la guerra -lo que finalmente llevó a la apertura de relaciones diplomáticas-, y para facilitar la puesta en libertad del piloto de un helicóptero estadounidense derribado en Corea del Norte.
Con todas esas gestiones, Bill Richardson se ha ganado la etiqueta de hábil negociador y de útil colaborador del Departamento de Estado. "Yo no soy una extensión del Departamento de Estado", explica Richardson, "pero los apoyo totalmente. A veces me han pedido que me meta en algunos asuntos de diplomacia, como en China, por ejemplo, pero si la Casa Blanca y el Departamento de Estado me dicen que no, yo no me meto. Mi mérito es el de ser amigo del presidente, y hay veces que alguna gente quiere hacerle llegar al presidente mensajes a través de canales no oficiales".
Bill Richardson fue también muy útil a la Casa Blanca para la aprobación por el Congreso del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá -en lo que jugó un papel esencial- y en otros aspectos de política hacia América Latina. Todo eso ha hecho que su influencia sea muy superior a la que le correspondería como congresista por el Estado de Nuevo México, y ha permitido que The New York Times se refiera a él como "la estrella ascendente del Partido Demócrata".
" Yo llevo 13 años en el Congreso, soy vicepresidente del Partido Demócrata, soy hispano, y los hispanos estamos creciendo mucho en Estados Unidos, tengo vínculos diplomáticos y es un honor que se me considere una estrella ascendente. Pero soy consciente también de que las estrellas pueden caer rápidamente", advierte Richardson.
"El Partido Demócrata", afirma, "está en una fase de cambio. Tenemos que desarrollar nuevas ideas. No debemos seguir siendo el partido del pasado, de Roosevelt y de Kennedy. Los republicanos han tenido éxito en mostrarnos como el partido del statu quo, del inmovilisino".
Entre los cambios que considera más urgentes para que los demócratas recuperen la confianza de los electores, Richardson, catalogado como un centrista y un innovador, menciona los siguientes: "Hay que tener un plan más moderno en lo que concierne a los impuestos. Tenemos que tener un plan de sanidad, pero basado en el libre mercado. En el campo internacional, tenemos que dejar de ser el policía del mundo y acentuar nuestra colaboración con otros países y con las Naciones Unidas. El caso de Bosnia es un ejemplo de que eso es lo que hay que hacer".
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