A propósito de Gibraltar

El señor Monterin, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Barcelona, escribía en estas páginas el Pasado día 6 de septiembre a propósito del contencioso sobre Gibraltar, un peñón que representa ya casi tres siglos de discordia más o menos disimulada por los sucesivos ministros de Exteriores de Gran Bretaña y España.Efectivamente, Gibraltar ha demostrado ser esa espinita que dificulta el acercamiento bilateral entre ambos países y, ante semejante litigio, el catedrático viene a proponer como él mismo le llama-, "una sugerencia constructiva". "Dejemos a los gibraltareños", dice, "ser la polis que desean ser, negociando un trazado de independencia que sustituya al de Utrecht..." Creo que habría que puntualizar que el Tratado de Utrecht, firmado el 13 de junio de 1713, no era sino el precio de la paz mediante el que los vencidos confirmaban la usurpación inglesa; como. siempre, la ley del más fuerte. Pero, efectivamente, como parece apuntar Monterín, ha llovido mucho desde entonces y hay que olvidar pequeñas rencillas imperiales en pro de apellidos regios. Habría que olvidar, por lo tanto, la cláusula resolutiva del artículo X del citado Tratado de la que se desprende que el status jurídico del Peñón es fruto de un acuerdo entre España y Gran Bretaña, lo que impide alterarlo unilateralmente, y, por lo tanto, Gran Bretaña no puede dar la independencia a Gibraltar sin antes conceder a España la prioridad para redimir la plaza mediterránea.

En esta línea cabría advertir que todo este tipo de tratados internacionales de reparto son los que han conducido, del modo más infalible a las catástrofes bélicas más monstruosas (miremos hacia Bosnia). En este sentido, olvidar y consentir parece ser cosas de sabios, pero advertir de las injusticias también, porque el problema que se plantea cuando hablamos de Gibraltar ya no radica en la, plaza que se cedió en Utrecht y que tantas veces se ha intentado devolver para nuestras fronteras, sino en los abusos y violaciones británicas, que se han cometido interpretando unilateralmente y a conveniencia el propio Tratado de Utrecht.

Revise el señor Monterín qué es lo que se cedió en Utrecht y hasta dónde fue avanzando la colonia británica, en nombre de Su Majestad la Reina, y tenga en cuenta, por ejemplo, que el terreno donde. está construido el actual aeropuerto de Gibraltar nunca se cedió. Revise pues recomponga y vuelva a sugerir constructivamente.