Alberto Schommer fragmenta Madrid
Una exposición recoge 'el viaje' del fotógrafo por la ciudad
Un retrovisor en primer, plano y el movimiento de la cámara obligan a mirar dos veces para descubrir que el hermoso edificio enfocado no es otro que el palacio de Linares. "Sólo los que conocen Madrid la reconocerán en mis fotografías", dice Alberto Schommer sobre El viaje, un trabajo compuesto por más de 150 imágenes de la ciudad, de las que 64 están desde ayer, y hasta el 1 de octubre, colgadas de las paredes del Círculo de Bellas Artes."Es Madrid, pero puede ser cualquier otra ciudad, ¡qué más da!", afirma Schommer (Vitoria, 1928) sobre su particular viaje, en el que muestra una urbe fragmentada y en constante movimiento. "Al principio salí a la calle con el trípode y toda la parafernalia, pero todo me estorbaba. Cuando llevaba unos días descubrí que la ciudad es eso: un montón de cosas que estorban, que se mueven y se cruzan, algo y, por tanto, imperfecto": Schommer se quitó las ataduras, se dejó el estudio en casa y, con tres cámaras, un objetivo de 35 milímetros y un zoom, volvió a la calle, De esta manera el fotógrafo, conocido sobre todo por sus concienzudos retratos de estudio, ha dado un giro a su carrera y, a la inversa que la mayoría de sus colegas, ha pasado de los focos a la luz natural. "Tiene gracia que a estas alturas me ponga a hacer esto, que a mis años descubra que todo se mueve. Espero dar moral a los que empiezan y a los de mi edad, que vean que todavía se puede uno meter en estos berenjenales y descubrir cosas", continúa, antes de confesar: "Me siento más libre ahora que cuando retrataba en un estudio".
El resultado de El viaje es una especie de puzzle fotográfo de Madrid, un rompezabezas que obliga al espectador a descubrir en cada imagen de qué se trata, de dónde sale cada rincón fijado. Los que conocen la ciudad descubren la Puerta del Sol en un detalle de uno de sus edificios o la esquina de la calle Serrano, con Diego de León en una vieja librería de negra fachada que lleva allí toda la vida. "Me gusta obligar al espectador a buscar, a pensar, que ponga de su parte. Hasta he prescindido de un índice para que cada uno se moleste en averiguar qué es cada cosa. La fotografía se ha vuelto demasiado manierista", afirma.
Una historia
El fotógrafo, que vive en Madrid desde hace 30 años, buscó para su trabajo un hilo conductor y se inventó la historia de un joven que llega a la ciudad y la descubre. "Pensé en lo del joven porque quería contar una historia, arrancar desde un punto y así mostrar la ciudad con ojos nuevos", dice Schommer, que arranca su relato fotográfico en la estación del AVE de Atocha y termina en el mismo lugar, dentro del tren que abandona la ciudad.
Por el camino ha dejado mujeres de piernas cruzadas en elegantes hoteles, bares oscuros, ancianas que tocan la flauta en esquinas, coches reflejados en escaparates, turistas en exposiciones, actores callejeros, músicos del metro y modernas esculturas que se ocultan bajo un conocido puente de la ciudad. "He fotografiado en taxis, en mi coche con una sola mano, caminando. He fotografiado a la velocidad a la que se mira y asumiendo los obstáculos de la gente que pasa: los semáforos, los espejos, los retrovisores, los coches".
El viaje, de Alberto Schommer, en la Sala de Exposiciones del Círculo de Bellas Artes, hasta el 1 de octubre (calle del Marqués de Casa de Riera, 2, esquina calle de Alcalá). Horario, de lunes a domingo: de 17.00 a 21.00. Entrada libre.
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