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Alarma en la Banca rusa

Buena parte de los 3.000 bancos irán a la quiebra si no acometen reconversiones o fusiones

La paralización del mercado interbancario ruso de créditos, ocurrida la semana pasada, puso de manifiesto que el sistema bancario en Rusia es sumamente débil y requiere de una profunda reestructuración, si se desea evitar que este tipo de crisis estalle periódicamente con el peligro de colapso general.La reanudación del mercado interbancario entre grupos de bancos que se tienen confianza entre sí ha comenzado, pero todos los expertos coinciden en que la crisis todavía no está superada y aún existe el peligro de que todo el sistema bancario ruso se colapse. Una cosa es segura: no pueden continuar existiendo casi 3.000 bancos en el país y muchos de ellos deben quebrar, ser comprados o unirse con otros.

El jueves 24 de agosto sucedió, por fin, lo que muchos habían predicho: el mercado interbancario entró en estado de coma y, al final del día, 150 bancos no pudieron cumplir sus obligaciones y pagar sus deudas. El pánico cundió y se temió lo peor: que numerosos bancos quebraran con el consiguiente impacto económico y social que, ello supone, algo que el Gobierno no podía permitir en medio de una campaña electoral.

La falta de liquidez comenzó a sentirse después de que una serie de empresas industriales y comerciales no pagaran los créditos que les habían dado los bancos -ya a mediados de mayo la situación se tornó delicada-, lo que condujo a que varios bancos se vieran temporalmente en la imposibilidad de pagar. Además, a principios de agosto en los medios financieros comenzaron a correr rumores de que una serie de conocidos bancos -como el Crédito Nacional, el Lefórtovo o el Chasprombak- se encontraban en una situación de precrisis.

Como resultado, el viernes 25 el mercado interbancario se vio, de hecho, paralizado, y los bancos comenzaron a vender las divisas que poseían y los bonos del Tesoro, mientras que el Banco Urbano de Moscú, que, como observó un experto, "generalmente no se apresura a ninguna parte", corrió a vender su propio edificio.

El Banco Central tomó medidas de urgencia e inyectó casi dos billones de rublos (unos 55.000 millones de pesetas) -300.000 millones en créditos y 1,6 billones en comprar bonos del Tesoro- para paliar la falta de liquidez. Una tras otra se siguieron las conferencias de prensa de la presidenta en funciones del Banco Central, Tatiana Poramónova, del vicejefe del Gobierno encargado de la reforma económica, Anatoli Chubáis, y de otros altos cargos en las que se aseguraba que la crisis había sido superada y que el Gobierno no permitiría la quiebra de los bancos.

Como generalmente ocurre en Rusia, inmediatamente después de estallada la crisis se comenzó a decir que ésta había sido provocada intencionadamente. Unos echaban la culpa a un grupo de bancos que querría ajustar cuentas con el Central y aprovecharse del caos creado para ver perdonadas sus deudas, mientras que otros culpaban al Gobierno, que querría meter en cintura a los bancos y evitar que en la campaña electoral apoya ran a partidos enemigos. Ambas teorías son muy dudosas, ya que ni a los bancos ni al Gobierno les conviene esta crisis.

Sin embargo, la crisis no es casual, y estaba predeterminada por el mismo sistema bancario ruso, en el que operan cerca de 3.000 entidades, con medios claramente insuficientes. Los bancos obtenían sus beneficios principalmente en los mercados financieros, pero estas ganancias comenzaron a disminuir bruscamente debido al endurecimiento de la política financiera del Gobierno, la baja de los ritmos de inflación, la estabilización del rublo y la introducción de la banda de fluctuación de la cotización del dólar. Muchos expertos echan la culpa de la crisis al Banco Central, que no ejerce el necesario control sobre los bancos, y piensan que se debe aprovechar el momento para sanear todo el sistema, imponer normas de seguridad y supervisar su cumplimiento.

La crisis es tan seria, que el propio presidente, Borís Yeltsin, ha tenido que recibir a los banqueros el jueves pasado. Yeltsin criticó tanto a los bancos como al Gobierno, mientras que los banqueros le entregaron un documento en el que exponen su plan para la estabilización financiera en Rusia, le aseguraron que estaban dispuestos a sanear los bancos pequeños y medianos que han caído en una situación difícil y le pidieron que firmase el decreto permitiendo que los grandes bancos otorguen un crédito al Gobierno obteniendo en garantía los paquetes de acciones de las empresas privatizadas que el poder federal tiene en sus manos, cosa que el presidente hizo este mismo viernes.

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