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Entrevista:Jordi Pujol Presidente de la Generalitat de Cataluña

"Hay problemas más importantes que el presupuesto"

Tomàs Delclós

Pregunta. Usted ha anticipado que de política española...

Respuesta. No hablaré hasta no sé qué día de septiembre.

P.El PP interpreta este silencio como un refugio ante la contradicción de apoyar al Gobierno y estar harto del PSOE.

R. Lo que nosotros tengamos que decir sobre estas cuestiones tiene una trascendencia que no permite hablar alegremente. El PP pide elecciones desde septiembre de 1993, dos meses después de las elecciones, hecho insólito en un país democrático. Y ahora lo que diga el PP no tiene tanta trascendencia como lo que digamos nosotros, que hemos de ser más cautos, sobre todo en un momento tan tremendamente cambiante como éste. Hubo un debate sobre Ricardo García Damborenea el 27 de julio y parecía que era un momento álgido. Al día siguiente, hubo un auto de Garzón. Luego, el Tribunal Supremo dijo que haría vacaciones todo el mes de agosto, lo que era un escándalo. Después anunció que no haría vacaciones. Queda pendiente una decisión de este tribunal. Paralelamente se producen otros hechos... Y todo ello condiciona las decisiones últimas, decisiones que en una parte importante dependen de nosotros. Lo que diga el PP en este momento no es decisivo, lo que digamos nosotros lo es más, aunque en estos momentos hay circunstancias o elementos no políticos ni económicos más decisivos que los políticos. Eso explica, a veces, que cuando hablamos lo hacemos dejando puertas abiertas y ello se interpreta como ambigüedad o como contradicción, cuando es prudencia. Prudencia que se requiere cuando la situación es contradictoria.

P. De todos modos, algunos políticos de CiU no callan. Duran Lleida pide, sin aclarar la fórmula, que Felipe González busque en septiembre si tiene la confianza parlamentaria. Pere Esteve, secretario general adjunto de CDC, afirma que si en septiembre no ha mejorado la situación, deberían convocarse elecciones generales.

R. Usted me hace una entrevista a mí, ¿no?, pues yo le he contestado.

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P. A pesar de los tumultos, la economía se recupera.

R. Ante la evolución de la economía española estamos satisfechos porque mejora y, también, porque acertamos. Dijimos que con la política que proponíamos no sólo se aprovecharía una coyuntura favorable, sino que serviría para cambiar la orientación básica de la economía. Ha habido recuperación del PIB, ha bajado la tasa de paro y ha mejorado la competitividad. Dijimos que la inflación subiría en los primeros meses y se reduciría luego. Es lo que ha sucedido. Además, fuimos de los pocos que no perdimos la cabeza con las tempestades monetarias. Ha mejorado la competitividad internacional, algo básico para Cataluña, y el cambio de mentalidad económica del país ha sido grande. Esto último, naturalmente, necesita más tiempo y nosotros precisaríamos más tiempo, para seguir influyendo en la política española y consolidar este cambio. Ya miraremos de influir como podamos en la política española para que siga este camino.

P. La voluntad de Convergència de influir en la política española, por tanto, permanecerá.

R. Nosotros no renunciamos a tener una política española basada en la modernización, la integración europea, la mentalidad productiva, las reformas estructurales y el autonomismo, que, en el caso de Cataluña, exige un planteamiento particular.

P. En la hipótesis de un ascenso del PP al poder, ¿deberán volver a hacer esta pedagogía?

R. España, desde los años sesenta, está cambiando a fondo. Una transformación positiva, pero insuficiente. Uno de los problemas radica en que las fuerzas políticas españolas no han tenido la educación de una sociedad europea, porque no hicieron la revolución industrial. Estas fuerzas han cambiado, pero no lo bastante. La derecha española no era una derecha burguesa y la izquierda era, ahora ya no, infantil. España ya ha hecho la revolución industrial y el PSOE, en parte, la ha asimilado. Ahora tenemos que saber si el PP también la ha asimilado. El PP no procede, como la derecha francesa o la alemana, de una revolución industrial, sino de los intereses agrarios, de las altas finanzas y del funcionariado, pero no de una clase empresarial y de una clase media. No la había.

P. La economía va por el buen camino en un contexto político inestable. ¿Nos acercamos a un modelo italiano?

R. Cuando se explicaba la crisis económica sólo en función de la situación política ya anticipamos que era un análisis incorrecto. La clave era que la peseta no quedara aislada de Europa. La situación política española se superará, y sin el trauma que ha vivido Italia porque en Italia ha ocurrido un hecho que aquí no ha sucedido y que nosotros, de manera desinteresada, procuraremos que no pase: que se destruya a los grandes partidos. En España, en un plazo breve, habrá elecciones. Nos podemos equivocar pronosticando qué partido ganará, pero no sobre la persistencia del tejido político español. Habrá un señor que se llama Aznar que será presidente del Gobierno o jefe de un partido de la oposición muy fuerte. Habrá un partido socialista que no sabemos, ahora, quién dirigirá, pero que será fuerte. Sabemos que habrá una CiU, un PNV, etcétera. Estamos mejor que Italia.

P. En otoño deben aprobarse los presupuestos.

R. El tema del presupuesto, que era básico hace dos meses, ahora tiene menos importancia. Han aparecido nuevos problemas...

P. ¿Puede enumerarlos?

R. De carácter judicial, entre otros, y también políticos.

P. Entonces, ¿no sería preocupante que se prorrogaran?R. No he dicho eso. No soy partidario de ello ni creo que nadie lo sea. Pero está en el ánimo de todos que hay dos o tres cosas en la política española que deberán tenerse en cuenta a la hora de tomar decisiones. El ideal habría sido poder celebrar elecciones autonómicas en marzo de 1996 y luego, elecciones generales. Es absolutamente necesario que, con vistas a 1997 y la Unión Monetaria, el Gobierno de entonces, sea popular o socialista, tenga cuatro años por delante. Si hubiera habido tranquilidad, lo lógico sería hacer, con normalidad, unos presupuestos restrictivos para 1996. CiU estaba con ánimos de dar un impulso que durara tres años, de 1993 a 1996. Pero las circunstancias no lo permiten. Todavía en febrero dimos apoyo al Gobierno con estos criterios, aunque ya pusimos un límite, el 31 de diciembre de 1995, pensando en la importancia de la presidencia europea. ¿Qué ha pasado desde entonces? Pues una serie de hechos que han afectado la capacidad y credibilidad del Gobierno y han creado una situación difícil, agravada por cuestiones judiciales. Es al constatar esta situación cuando de manera rotunda dijimos: ahora es seguro que no pasamos del 31 de diciembre. Pero hoy, aunque nos gusta cumplir con la palabra dada, no es seguro que se pueda llegar a esa fecha. Esta cronología lógica la hemos explicado al PP.P. El PP reclama elecciones desde 1993.

R. En España hay un problema de inmadurez política. En ningún país europeo, el partido de la oposición pediría elecciones a los dos meses de perderlas con un único argumento: creer que ahora las ganarían. Eso no es serio. En ningún país europeo se pediría discutir los fondos reservados en el parlamento. Es una frivolidad que nos desacredita. Ahora hay gente que quiere descargar la culpa por lo del GAL y las otras cosas que suceden, afirmando que el gran error del PSOE fue no depurar la policía en 1982. Los errores son del PSOE y no de la policía. La judicialización de la vida política la introdujo el PSOE, el aplaudir la fuga de noticias sobre sumarios por parte de jueces o fiscales adictos lo hizo el PSOE. Lo digo para que no nos volvamos a equivocar. Un mal diagnóstico conduce a una mala terapia. Si nos creemos que todo sucede porque no depuramos a la policía, y sigue habiendo jueces o fiscales que filtran los sumarios, crearemos un enorme malestar y nos volveremos a equivocar. Lo de la policía quizá es verdad, pero no toda la verdad. Los errores están en el PSOE y en el afán por destruir al adversario.

P. Esta voluntad de destruir al adversario ¿puede poner en peligro al propio Estado?

R. Sí. Pero creo que el aparato del Estado es más sólido de lo que parece.

P. ¿Qué aspectos sobresalen, en el plano autonómico, de la colaboración con el Gobierno?

R. Lo más positivo es el avan-

ce en los traspasos y en el modelo policial, aparte de ganancias económicas que en 1995 pueden cifrarse en 42.000 millones. También ha habido hechos positivos en negociaciones no estrictamente autonómicas como, por ejemplo, la firma del contrato programa para el transporte de Barcelona, un contrato que hemos perseguido siempre pero que no queríamos de cualquier manera.P. ¿Teme que un gobierno del PP modifique el modelo policial?

R. Espero que no. Confío en que cuando haya un nuevo gobierno, sea el que sea, el cambio habrá sido irreversible. Quererlo anular resultaría muy traumático y muy conflictivo.

P. ¿Cómo evolucionará la financiación autonómica?

R. La fórmula de cesión del 15% se mantendrá por ahora. Lo que parece más difícil es que el Gobierno profundice en ello. Es una muestra más de su incapacidad creciente para decidir. Pero, bueno, nosotros, que tenemos una excesiva comprensión de los problemas ajenos, sabemos que el Gobierno no puede hacer grandes cosas. Pero claro, al final llegaremos a la conclusión de que si el Gobierno no puede hacer muchas cosas es mejor que se retire. Con todo, el modelo del 15% ha funcionado y el PP gobierna ahora en dos autonomías que están de acuerdo en profundizar la financiación: Valencia y Madrid, muy maltratadas en este aspecto. Hay que solucionar, además, que la solidaridad sea una ayuda a las comunidades menos desarrolladas pero no entorpezca el progreso de las más desarrolladas.

P. El PP reclama fijar el techo autonómico.

R. Si un día se plantea el tema del techo, nosotros discutiremos cuál creemos que puede ser dentro del Estatut. Probablemente, por ejemplo, el PP nos atribuiría un techo en la política lingüística que no es ni mucho menos el que ha establecido el Constitucional.

P. La política lingüística de la Generalitat tiene el aval del Constitucional y usted se ha comprometido con el objetivo de un bilingüismo íntegro. Pero, el Ayuntamiento de Madrid apoya a quienes afirman que se persigue el castellano y Aznar habla del predominio constitucional del español.

R. Tenemos el compromiso de la convivencia y de procurar que el máximo posible de catalanes no se sienta agredido, un sentimiento que también puede tener el catalán que no puede utilizar su lengua en la Administración de Justicia, por ejemplo. Creo que hemos respetado al máximo los derechos individuales sin perjuicio de que exista una enseñanza en catalán. Nosotros defendemos una política que favorezca la extensión del uso del catalán, una extensión que depende de la actitud de los catalanes, no sólo de leyes. Hay ciudadanos que confunden la convivencia con la indiferencia. La convivencia se ha de basar en que el ciudadano pueda defender su derecho a hablar en catalán sin ofender a nadie. La búsqueda de la convivencia no es cómoda.

P. ¿En las próximas elecciones catalanas puede perder CiU la mayoría absoluta por un trasvase del voto conservador al PP?

R. Creemos que renovaremos a mayoría absoluta. Y estamos confiados en ello, si los criterios de racionalidad prevalezcen. ¿Quién ha heho más por Cataluña? Las encuestas el CIS dicen que los catalanes se sienten satisfechos con Cataluña. Ello es mérito de mil años de historia, de los socialistas, del PSUC, de la Iglesia, de los ciudadanos... Ahora bien. ¿Quién tiene más responsailidad en un país?: quien gobierna. Por tanto, ¿quién ha hecho más? Y si nos hemos de comparar con el PP. ¿Qué ha hecho el PP por Cataluña? Me atribuyen una voluntad exclusivista sobre Cataluña que es falsa, pero quien ha presidido la transformación del país es CiU, el Gobierno catalán. Hemos hecho un Gobierno muy poco sectario. Estoy dispuesto a repasar con todos los alcaldes socialistas, empezando por Girona, todo lo que ha hecho el Gobierno catalán por su ciudad. Quien tiene un proyecto claro de país, no sólo un programa, somos nosotros. Esquerra Republicana tiene uno, el independentismo, pero el protagonismo de Pilar Rahola, particularmente en Madrid, no le viene dado por un retórico independentismo, sino por su actitud antisocialista e hipercrítica, que es lo que gusta. Pero con esta actitud de reventar no se construye nada.

P. Y en unas legislativas... ¿pueden sufrir un voto de castigo?

R. Aunque en este caso el empuje del PP puede ser mayor, nos sentimos muy capaces de defender con éxito nuestro balance de política española, y de hacerlo sin complejos. Defendimos con éxito, posiciones como la devaluación de peseta y la flexibilización laboral, en su momento tan controvertidas, que el PP no las defendió. En general hemos contribuido decisivamente a aplicar una política económica que está dando ya buenos resultados y que, si se sigue aplicando, asegurará un desarrollo sostenido de varios años.

P. Se le acusa de amenazar con radicalizar su nacionalismo si el PP alcanza el poder.

R. Esto no es cierto. Es de sobras sabido que siempre he rechazado el radicalismo porque entraña riesgos de división e intolerancia. Nadie me podrá negar que una de mis mayores prioridades ha sido siempre la convivencia. Otra cosa es que haya quien quiera crear de mí una imagen radical. El caso es que en las declaraciones que hice recientemente, no hablé de radicalización, sino de fortalecimiento de la conciencia y de los signos de identidad catalanes. Esto, en el marco convivencial que siempre he defendido, nada tiene de malo.

P. Hablando de listas. ¿Quién será el número dos de CiU en las autonómicas?

R. Es prematuro comentarlo.

P. La elección de este número dos podrá leerse en clave sucesoria.

R. No se podrá interpretar en clave de futuras sucesiones.

P. ¿Cuál es el futuro político de Miquel Roca?

R. Roca jugará un papel importante en este país.

P. ¿Desde Convergència?

R. Naturalmente.

P. El PP ha fichado al ex diputado de CiU Trias de Bes...

R. Ha fichado un apellido.

P. ¿El protagonismo de Duran Lleida se debe a que dice lo que usted no puede decir por prudencia institucional o busca un discurso autónomo? ¿En estos contactos con PP, Duran ha actuado de acuerdo con usted?

R. No. Pero quiero recordarle que hace años que vamos juntos con Unió. Hemos actuado con gran unidad y eficacia. Juntos hemos tenido una posición central en la sociedad y la política gracias al equilibrio entre las distintas posiciones que hay en nuestro seno, posiciones moderadas que cimentan su unión en el nacionalismo. Al ser una coalición, la oposición tiene la sensación de que puede introducir una cuña para romperla. Los socialistas galantearon durante una época con Unió, achacando a CDC intemperancia y radicalidad. Ahora, los socialistas critican a Unió y es el PP el que juega esta carta insinuando que con Unió sí puede entenderse. Los malos para el Partido Popular somos CDC como lo éramos para el PSC. Pero CDC no ha cambiado. Son los otros los que cambian coyunturalmente. Pero sucede que siempre agrada que te cortejen. Es humano, pero en el terreno político a veces esto comporta el riesgo de crear una peligrosa y negativa confusión.

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