Miles de comensales cenaron ayer toro con patatas en Manzanares
Domingo Fernández, en representación de los solteros y Román Cerro, de los casados, salieron el lunes a hombros de la plaza de Manzanares El Real (2.751 habitantes), tras lidiar a dos becerros que sumaban 400 kilos. Los diestros se llevaron las dos orejas y el rabo, y el resto de su carne bravía terminó en los estómagos de sus vecinos ayer noche.El ganadero, Víctor Aguirre, se encargó de abrirlas en canal y un grupo de 15 vecinos troceó ayer en los sótanos de la Casa de la Cultura los 400 kilos de carne. Junto a la iglesia les esperaba la comisión vegetal, los responsables de partir 200 kilos de tomates, pimientos, cebollas y zanahorias; y de pelar 12 kilos de ajos. Afortunadamente, los 1.000 kilos de patata venían ya mondados, por cortesía de una fábrica de patatas fritas de Villalba. Los veteranos aún recuerdan, el callo patatero de otros años.
José, el encargado de las compras, enumera el resto de los ingredientes: 45 litros de aceite, "por supuesto de oliva"; 35 latas de cinco kilos de guisantes; y otras tantas de alcachofas y champiñones; 12 kilos de sal; 9 litros de vino blanco; un verdadero matorral de perejil y laurel; y azafrán a discreción. Además de 2.000 barras de pan y 16 litros de vino tinto de Toledo.
Ocho horas de troceado
La jornada de troceado fue de ocho horas y el equipo con más mérito el de las cebollas. "Hoy he llorado por toda la familia", comentaba Pilar Velázquez, 50 primaveras y varios lustros de calderetera. Enfrente, Mari Mar Álvarez, de 31 años, peleaba con los ajos. "Este año se pelan solos porque antes los hemos metido en agua, hirviendo", explicaba. Sobre las hogueras cocerán toda la tarde las cinco enormes cazuelas que contendrán las 4.000 racione s de caldereta que este año le van a costar al consistorio más de medio millón de pesetas, según el alcalde Manuel Ruiz.Cuando los 700 kilos de leña de encina se convirtieron en brasas, se colocaron los calderos, ya que el secreto está "en hacerla a fuego lento", afirmó la edil de festejos, Milagros González. Después de cuatro horas removiendo los calderos con palas de panadero la caldereta está lista. Cuatro buenos mozos cuelgan de la pala de una excavadora los calderos para desplazarlos hasta la plaza del Ayuntamiento. "Allí tienen que reposar, es el segundo secreto", puntualizaba Milagros. La plaza, alfombrada de mesas, parece el escenario de rodaje de uno de los últimos anuncios de lavavajillas. La cena, por vigésimoquinto año, está servida. Román, el torero, se quema la len gua al probar el guiso y sentencia: "Está mejor en el plato que en la plaza".
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