El descenso de categoría del Sevilla supondría una pérdida inicial de ingresos de 1.200 millones

El descenso del Sevilla a Segunda División B podría suponer para el club pérdidas superiores a los 1.200 millones de pesetas, procedentes de los ingresos previstos de televisión, patrocinadores, publicidad estática y otros conceptos. Esta situación supondría una reducción inicial del presupuesto en un 70% que se agravaría con el descenso de los ingresos previstos por abonos y entradas.Perder la categoría pondría a la sociedad anónima del Sevilla al borde de la quiebra, puesto que perdería las principales fuentes de ingresos y no podría afrontar siquiera los gastos de personal del club, que el pasado año superaron los 962 millones de pesetas. Con el club fuera de la división de honor, el presupuesto sería inferior a los 500 millones de pesetas, mientras los gastos, según las cuentas de la última temporada, se elevarían por encima de los 1.800 millones.

Bajar a Segunda División B implicaría perder el trozo correspondiente a la tarta de ingresos por las retransmisiones deportivas por televisión, que en total suponen para el Club unos 300 millones de pesetas. El patrocinador actual, Marbella, dejaría también de aportar a las arcas del Sevilla otros 60 millones de pesetas, que se sumarían a las pérdidas por publicidad estática. En definitiva, según explicaron ayer responsables del club, el Sevilla pasaría a depender de los ingresos por entradas y abonos, que el pasado año supusieron unos 500 millones y que, en caso de descender, pese a los alardes de algunos aficionados que ayer reclamaban junto al campo que ahora más que nunca había que renovar los abonos, descenderían de forma considerable.

Miguel López Benjumea, un destacado socio sevillista, apuntó además ayer que la situación económica del club se vería agravada por la pérdida de algunos jugadores que han supuesto las principales inversiones del equipo en los últimos años, como es el caso del croata Davor Suker, que ha costado en torno a 700 millones, el holandés Tarik Oulida y el brasileño Moacir Rodrigues, que supusieron 150 millones cada uno, y el portugués Emilio Peixe, por el que se ha pagado 180 millones.

López Benjumea defendió ayer que la situación no la ha creado el club, sino la junta directiva, sobre la que deberían recaer las sanciones oportunas, pero nunca sobre la sociedad. El representante sevillista se mostró confiado en que se llegará a una solución tras la que, afirmó tajante, "el consejo de administración debe diimitir".

Mientras, el Celta, que tiene un presupuesto de 900 millones, no quiso evaluar las pérdidas que le supondría el descenso a Segunda B. Este periódico no pudo conseguir ayer que algún portavoz del club gallego diera los datos correspondientes.