"España no es como Unprofor"
Los 'cascos azules' españoles no han caído por ahora en el desprestigio de la ONU en Bosnia-Herzegovina
"España no es corno Unprofor". La frase, pronunciada por algunos de los interlocutores locales del contingente español en Bosnia, ilustra que todavía los cascos azules españoles no han caído entre la población local en el desprestigio que padece la mayoría de las fuerzas de Naciones Unidas desplegadas en esa ex república yugoslava.Gracias a la mejora de relaciones entre Zagreb y Sarajevo y a su labor, Bosnia central, donde está destinado el grueso de los 1.459 hombres de la Agrupación Galicia, se ha convertido desde hace algo más de un año en un oasis de paz en una república asolada por la guerra en buena parte de su territorio.
El armisticio entre croatas y musulmanes acalló las armas a finales del invierno de 1994 y desde entonces los únicos disparos de mortero que se oyen son los que efectúan los serbobosnios apostados en los montes Vélez y Brasina, que dominan Mostar, la capital de Herzegovina.
Se han recrudecido algo desde que los aviones españoles F18 bombarderon por primera vez, el 25 de mayo, posiciones serbias, pero no lo suficiente como para, perturbar la incipiente vida que recupera Mostar, donde a diario abren más tiendas y cafeterías incluso en el barrio musulmán, el más castigado por la guerra.
A pesar de los pepinazos que caen con cierta frecuencia sobre la zona bajo su control, el coronel Samuel Pellicer, que manda el contingente español, considera útil mantener relaciones con los serbobosnios. "La española es la única agrupación a la que de vez en cuando se le ponen al teléfono", afirma; "los contactos existen, pero no son todo lo fluidos que nos gustaría".
"Disponemos de un teléfono de los serbios que a veces comunica, otras veces nos contestan diciendo que es una empresa privada y, por último, también responde algún responsable con el que logramos fijar una cita", prosigue Pellicer. Las reuniones entre españoles y serbios se producen entonces en el corredor de Stola, al norte de la zona controlada por el contingente.
Allí plantan una tienda y se sientan a discutir. "Nos quejamos", por ejemplo, "de los ataques que padecemos y ellos responden que nunca nos han disparado directamente, que estábamos cerca de sus adversarios y que nos pilló por medio", dice Pellicer. A juzgar por su expresión, no se cree del todo la explicación.
Ni los disparos de mortero ni el recrudecimiento de la guerra en torno a las zonas de seguridad han perturbado la labor del contingente español, que en julio ha facilitado el transporte por su zona de cerca de cuatro millones de toneladas de ayuda humanitaria. La caída del enclave protegido de Srebrenica sí ha obligado, en cambio, a la Agrupación Galicia a desempeñar tareas de apoyo a los refugiados bosnios que huyeron de la ciudad al quedar desbordadas las fuerzas de la ONU en el sector noroeste. Para reforzarlas envió hasta allí hace unos días a 16 vehículos con 40 hombres.
La precaria pacificación de Mostar y de sus alrededores es uno de los pocos éxitos de la ONU. De ahí que, si se llega a producir una retirada de las fuerzas de Unprofor, algunos crean que los españoles deberían ser una excepción y quedarse. Altos funcionarios norteamericanos han sondeado a los españoles sobre su disposición a permanecer en la zona en caso de evacuación.
"No sé lo que se hará si se dan tales circunstancias", contesta Pellicer; "dependerá de lo que nos pidan las partes y, sobre todo, de lo que decida el Gobierno de España". Los oficiales que le rodean no tienen, sin embargo, la menor duda. La salida de los cascos azules españoles significaría más bien pronto que tarde la reanudación de las hostilidades.
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