¿Donde está la victoria?
Metidos en harina procesal los sospechosos que investiga el juez Baltasar Garzón por su presunta relación con los GAL, era previsible que alguno dejara las medias palabras y escogiera la vía, tan española, de intentar salvar el honor". Ricardo García Damborenea la ensayó ayer.Según reconoció, participó en el diseño de la estrategia consistente en "intervenir" en el sur de Francia para romper el "burladero" que era la frontera. Para conseguirlo, bandas de mercenarios dispararon a diestro y siniestro 'hasta amontonar 22 cadáveres. García Damborenea aclara que, diseñada la estrategia, él no tuvo relación con el "aparato operativo" -es decir, con los asesinos a sueldo- y se limitaba a seguir por los periódicos los tiroteos contra presuntos miembros de ETA o contra personas completamente ajenas a la organización terrorista.
Como "responsable político", el ex secretario general del PSOE de Vizcaya explica en pocas palabras la decisión de crear una estructura mercenaria al servicio del Estado. La de ETA "era una batalla que se estaba perdiendo`.
A quienes justifiquen públicamente los GAL, como ayer hizo quien se confiesa uno de sus inspiradores, habrá que aceptarles el reto incluso en su propio terreno y preguntarles para qué sirvió. La batalla contra ETA se estaba perdiendo en 1983 pero no parece ganada en 1995, en gran medida gracias a los GAL. La organización terrorista tiene como rehén a un empresario de Guipúzcoa hace más de 70 días, estuvo a punto hace poco asesinar al líder del principal partido de la oposición y Rafael Vera reconoce que "pasa del actual Gobierno". Va a por el siguiente. Mientras, en Euskadi, por primera vez en la historia, sus seguidores defienden públicamente en la calle un secuestro.
Es cierto que en Francia a los miembros de ETA ya no se les llama refugiados políticos ni luchadores por la libertad sino terroristas". Pero se consiguió a pesar de los GAL, que durante meses les convirtieron en víctimas. En cambio, al proyectar la sombra de una guerra entre bandas, los GAL paralizaron las primeras y muy vigorosas reacciones ciudadanas contra los crímenes de ETA, como el asesinato del capitán Alberto Martín Barrios, el 18 de octubre de 1983, que movilizó en Bilbao a más de 100.000 personas.
Puesto a reinventar la realidad a conveniencia, García Damborenea no se para en barras. Falsea los datos evidentes para intentar conseguir el asentimiento cómplice de una parte de la opinión pública. Cinco veces vinculó ayer la captura de Segundo Marey (o del presunto miembro de ETA Mikel Lujua, el verdadero objetivo) con el secuestro de Martín Barrios.
Incluso comprobado el error y la verdadera personalidad de Marey, afirma, se decidió no liberarle porque "significaba quedarse con las manos vacías, agotado ya el último cartucho, la última posibilidad de ejercer alguna influencia que p1idiera conducir a liberar al señor Martín Barrios". ¿Es concebible una confusión del mayor calibre cuando se acude a un juez y se convoca una rueda de prensa para explicar los GAL? Porque Martín Barrios había sido asesinado 47 días antes de que Marey cayera, el 4 de diciembre de 1983, en las garras de los mercenarios ejecutores y de los diseñadores de la estrategia.
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