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Los baños solares sin protección son la causa principal de cáncer cutáneo

¡Quién le iba a decir a Coco Chanel que la moda del bronceado, impuesta por esta diseñadora francesa en los años cuarenta, iba a acarrear tantos riesgos para la piel! Los especialistas advierten que en los últimos 50 años el melanoma maligno, el peor cáncer cutáneo, ha aumentado un 500%. Y, a pesar de que ha descendido últimamente esa especie de heliofagia, que obligaba a permanecer horas y horas al sol para dorar la piel, los dermatólogos no cesan de alertar sobre los peligros de los baños solares, ya que éstos siguen siendo la primera causa del cáncer cutáneo, y aconsejan el uso adecuado de cremas o filtros protectores, que son el mejor aliado de la piel ante el astro rey.Las cremas solares no son un invento caprichoso de la moderna farmacosmética. Tienen un fin específico y muy importante, ya que protegen el tejido cutáneo de los efectos perjudiciales del sol, actuando como un verdadero filtro o barrera de los rayos ultravioleta, responsables del daño de la piel. Estos filtros solares están compuestos generalmente de sustancias químicas (algunos, también de sustancias físicas), que absorben determinadas longitudes de onda de los rayos ultravioleta.

Según el doctor Ángel Simón Merchán, vicepresidente de la Academia Española de Dermatología, una buena crema solar debe proteger ante los rayos ultravioleta B (UVB) y A (UVA). Insiste en que, aunque estos últimos poseen una longitud de onda más larga y son menos dañinos que los B, también representan un riesgo nada despreciable para la piel.

"Las cremas solares", explica este dermatólogo, "deben poseer filtro solar o factor de protección, Actualmente, existe en el mercado una amplísima gama de filtros, que llega hasta el 60. Hay una auténtica guerra de factores de protección entre las casas comerciales, pero se están empezando a unificar criterios para determinar más concretamente esos factores de protección. Aunque a la hora de elegir una buena crema hay que tener en cuenta varios aspectos, según las características de cada persona y de en qué situación va a tomar el sol, podemos afirmar que los españoles estarán bien protegidos con cremas cuyos filtros oscilen del 15 al 20".

Simón Merchán añade que, además, las cremas deben poseer una composición inalterable y lo más resistente posible al agua.

Dependiendo de las características de la piel y de las preferencias personales, una misma crema puede valer para toda la superficie cutánea, o se puede elegir una para el cuerpo y otra para el rostro. También hay presentaciones especiales, en forma de barritas, que sirven para proteger ciertas zonas más vulnerables, como una cicatriz, una herida o los labios, en el caso de personas propensas al herpes labial recurrente. . Para que cumplan lo más eficazmente su función protectora, es conveniente aplicar la crema unos 30 minutos antes de exponerse al sol, con el fin de que la piel la absorba debidamente. El dermatólogo también aconseja nuevas aplicaciones cada dos horas y después de cada baño en el agua.

Los modernos filtros, que se suelen presentar en loción, leche o crema, se pueden adquirir en farmacias, perfumerías, supermercados, tiendas para turistas... Sus precios y marcas son muy variados.

"No necesariamente son mejores las cremas más cara", objeta Simón Merchán, "puesto que un filtro de precio asequible puede ser tan protector como otro perteneciente a una firma de alta cosmética. Como la oferta del mercado es muy amplia, a veces no es fácil la elección. Yo, como dermatólogo, aconsejo a mis pacientes que compren sus cremas protectoras en la farmacia ya que están respaldadas por la investigación".

Para este experto, una buena crema debe proteger la piel de los daños agudos o inmediatos del sol, como las quemaduras y las pecas, así como de los efectos tardíos, como manchas, envejecimiento precoz y cáncer. "Las llamadas. cremas bronceadoras, no protegen la piel. Simplemente, le dan un color que simula el del broncado".

Quemarse o broncearse

Al elegir una crema protectora para el sol se debe tener en cuenta el tipo de piel, la época del año, las horas del día, el tiempo de exposición, la altitud y la latitud. Se pueden establecer diferentes tipos de piel en relación a su capacidad de broncearse y de sufrir los efectos perniciosos del sol. Los españoles se sitúan entre el tercero y cuarto tipo. Es decir, entre los que se queman a veces pero se broncean con facilidad, según indica el doctor Simón Merchán.Los meses del año más peligrosos son los del verano. Las horas de mayor riesgo son las comprendidas entre las once de la mañana y las tres de la tarde (hora solar). Respecto a la altitud, el daño aumenta con la altura, puesto que los rayos del sol están menos filtrados. En la playa hay que considerar que las radiaciones ultravioletas se intensifican con la reflexión solar en la arena en un 20%-25% y en el agua un 5%-10% (en la nieve se eleva hasta el 80%). En cuanto a la latitud, existe mucho más riesgo en el Caribe que el Cantábrico.

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