_
_
_
_
Entrevista:

"No existe una Europa solidaria"

Jacobo Cortines Torres, de 48 años y nacido en Lebrija (Sevilla), sigue el ejemplo de los renacentistas: poeta, traductor, crítico musical, pianista y, sobre todo, viajero. Profesor de Literatura Española en la Universidad de Sevilla, trabajó en Alemania e Italia y aboga por la unidad del Viejo Continente sin exclusiones. Con la misma rotundidad critica la cara oculta de Europa, la de la insolidaridad y la injusticia, y denuncia la guerra en Bosnia: "Una bofetada colectiva que nos debería avergonzar".

Pregunta. ¿Está en la Europa que había soñado?

Respuesta. No. La Europa actual deja bastante que desear. Si se compara con la de las guerras mundiales, con la sometida por el régimen estalinista, el optimismo puede ser mayor. Pero el papel predominante que tenía como continente de la cultura, del pensamiento..., el que articulaba la explicación del mundo, ya no lo tiene. Está muy por detrás de lo que significa la hegemonía norteamericana. Y no me refiero sólo al punto de vista económico, sino también al cultural.

P. ¿En qué ha cambiado la vida de los españoles?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

R. Poco. Todavía no existe una conciencia clara de lo que significa la construcción europea ni de los beneficios que puede generar la entrada política en la comunidad.

P. ¿Qué nota pondría a los políticos que negociaron el ingreso de España en la CE?

R. No soy economista y, por tanto, tengo poco criterio para enjuiciar si se negoció en las mejores condiciones. En cualquier caso, daría un aprobado alto.

P. Hay quienes afirman que el Tratado de Adhesión fue una bajada de pantalones.R. No exactamente. Quizá se podrían haber negociado mejor algunos intereses y se puede admitir que existan descontentos.

P. ¿Es demagogia decir que Europa es la causante de nuestras desgracias?

R. No comparto esa teoría del desastre español. Tanto las personas de derechas como las de izquierdas o de centro ven con buenos ojos el que estemos en el carro de la construcción europea. Otra cosa es que se esté haciendo un papel con la dignidad requerida. No sólo se trata de estar en su organigrama político. Hay que hacerlo desde la igualdad, sin complejos. Pero hablar de miedo o querer apuntarse tantos por el simple hecho de estar en Europa es una equivocación. En ese sentido, sí que existe demagogia en los políticos que nos tratan de convencer de que todo marcha muy bien.

P. Arranque de viñas, reajuste pesquero, trato agrícola desfavorable... ¿Son espinas de la rosa europea o males necesarios?

R. Son espinas. Un país como España, en el que gran parte de su economía se sustenta en sus viñas, sus olivos, su pesca..., no puede verse atropellado sin que se le planteen alternativas. Lo mismo podría haberse hecho en Francia o Italia, que tienen una economía parecida, y no ha sido así. Son países que imponen mucho más sus tesis.

P. Una razón de peso para defender la unidad europea.

R. El enriquecimiento mutuo. Insisto en que la unidad no es algo nuevo. Europa ha significado una unidad a lo largo de la historia. Incluso, en algunas épocas, más fuerte que ahora. La Europa medieval, la del Renacimiento o la del Romanticismo tuvieron una unidad más intensa y verdadera.

P. ¿También se podría hablar de una Europa de los mercaderes?

R. Por desgracia, sí. Lo que predomina es una visión absolutamente mercantilista de la vida en detrimento de otras, como la de convertirla en un continente que vertebre el universo.

P. ¿Qué le hace sonrojar de la política que practican los Estados miembros?

R. La hipocresía, la, injusticia, la insolidaridad con el Tercer Mundo. Que se estén justificando múltiples engaños amparados en el nombre de la democracia o el de Dios y en cosas por el estilo.

P. ¿Puede mirarse a los niños de Bosnia sin sentir vergüenza?

R. No. Esa guerra es una vergüenza colectiva y una de las mayores bofetadas que estamos recibiendo. Es una monstruosidad que en la propia Europa, con sus sueños de unidad, se permita esa masacre porque no hay intereses económicos que defender.

P. Solidaridad. ¿Sólo una hermosa palabra?

R. Y una gran mentira. No existe una Europa solidaria. Ni con la propia Europa ni con el resto del mundo. Sigue habiendo ciudadanos de primera y de segunda. Los nacidos en un país y los extranjeros. La solidaridad brilla por su ausencia.

P. ¿Es la xenofobia el nuevo fantasma que recorre Europa?

R. Para algunos sectores, sí. Por mi parte, creo que la xenofobia, además de una injusticia, es una estupidez. No admitir las diferencias es una de las mayores torpezas del hombre.

P. ¿Ha cambiado la opinión europea sobre España?

R. Por una parte, la visión es la deformación de lo que es el mundo romántico: las navajas, los toreros, los gitanos, ese folclorismo vulgarizado. Por otra, sigue latente la del país inquisitorial, de la exageración, de la intolerancia.... Nuestros gobernantes, los de antes y los de ahora, no han sabido proyectar una imagen distinta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_