El Papa previene en Eslovaquia contra la manipulación de los nacionalismos
Juan Pablo II, en su segundo día en Eslovaqula, ha rogado encarecidamente a los obispos de ese país -durante un almuerzo de trabajo- que no se dejen manipular por los nacionalismos, recomendación que ya había hecho la víspera ante un grupo de jóvenes, poniendo como ejemplo la situación en Bosnia. El Papa se refirió a las distintas minorías que conviven en el país: checos, gitanos y, sobre todo, húngaros.En su reunión con los 15 miembros del episcopado eslovaco, el Pontífice les recomendó asimismo que mantuvieran una posición frente al consumismo y materialismo similar a la que tuvo la Iglesia frente al comunismo.
Por la mañana, Juan Pablo II celebró una misa en el santuario de la Dolorosa, en la ciudad de Sastin, cerca de la frontera austriaca. Más de 400.000 personas llegadas desde todos los rincones de Eslovaquia y de la República Checa, Austria, Hungría y Ucrania asistieron a la ceremonia. El santuario, cerrado al culto por los comunistas en 1950, alberga a la Virgen de la Dolorosa, patrona de Eslovaquia. A esta imagen ""recurrieron los eslovacos en los momentos difíciles de su historia y gracias a esta devoción mantuvieron su fidelidad a la Iglesia", explicó el obispo de la ciudad, Jan Sokol.
La principal razón de la visita del Papa a Eslovaquia es la canonización de tres sacerdotes católicos, asesinados por soldados calvinistas en 1619 en la localidad de Kosice. Cerca de 4.000 evangelistas se han congregado desde ayer en Presov, a 30 kilómetros de Kosice, para evocar la memoria de los 24 protestantes víctimas de la represión católica en 1687. "Queremos recordar al público que hubo víctimas, en las dos partes durante las guerras religiosas", aclaró Jozef Orac, jefe laico de los evangelistas de Presov.
El cardenal Jan Chryzostom, declaró recientemente que los curas de Kosice fueron asesinados con el rosario en las manos, mientras que los calvinistas de Presov murieron empuñando fusiles. Estas declaraciones han hecho que los evangelistas se sientan injustamente tratados por la Iglesia católica.
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