El 'comando' checheno parte hacia su tierra con 80 rehenes
Cinco días de insoportable tensión estallaron ayer entre lágrimas e insultos al filo de las dos de la tarde en Budiónnovsk, cuando se puso en marcha hacia Chechenia una caravana de siete autobuses con más de 100 guerrilleros y unos 80 rehenes. "Será posible que estos hijos de puta se vayan tan tranquilos", se preguntaba un ruso, con el rostro contraído por el odio y los ojos humedecidos por la impotencia.
Era el aparente final a una crisis que ha costado ya un centenar de vidas y que estuvo a punto de fracasar cuando el convoy fue detenido por blindados rusos antes de entrar en Chechenia y obligado a dar un rodeo de 400 kilómetros. La orden fue dada por Anatoli Kulikov, máximo jefe de las tropas de Moscú, que ha defendido la solución de fuerza en el conflicto.
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